Reseña: Hell House LLC 3 (2019)

Tercera entrega de la saga de casas embrujadas/found footage más extendida del momento, Hell House LLC 3: Lake of Fire (2019) remata la historia iniciada por las dos primeras con más traspies que aciertos, con una trama demasiado sencilla y, sobre todo, con acabado estético digno un vídeo de YouTube de hace 15 años. Créanlo o no empecé a verla con ganas pero lo lo único que hace es elevar a la primera casi a la categoría de obra maestra en comparación.

Ambientada un año después de los eventos de la segunda parte, en esta tercera película el hotel embrujado está finalmente presto para ser demolido cuando, de la noche a la mañana, un millonario emprendedor con ínfulas de feriante lo compra para usarlo como el escenario de su nueva atracción, por supuesto invitando a un equipo de periodistas a documentar el evento con las ya sabidas consecuencias. Hasta aquí todo muy predecible y sencillo, aunque pronto queda claro que tras la compra del hotel y la obsesión de su nuevo dueño se esconde un terrible plan.

Una cosa que me sorprendió de entrada es que el director Stephen Cognetti dijo que tenía planeada la saga de Hell House LLC como una trilogía desde el principio, por lo que ni la segunda ni esta son secuelas hechas porque sí. La verdad es que es muy posible porque la estructura del argumento (con un tercer documental rodado acerca del trágico fin de los dos anteriores) sí que parece responder a una idea general coherente, lo cual al principio me puso a favor de la propuesta. La trama no es para nada original e incluso la representación del personaje principal como un millonario celebrity es algo confusa porque la escogencia de alguien obsesionado con instalaciones de feria me pareció algo arbitraria y excesivamente conveniente para lo que se quería contar.

Sin embargo, el verdadero problema en esta ocasión reside en el ínfimo presupuesto y la pobreza de absolutamente todo lo que se ve aquí, algo que he podido ignorar en películas anteriores (incluyendo las de esta saga) pero aquí se me hizo imposible de pasar por alto. Los valores de producción son peores incluso que los de la segunda parte, sobre todo una vez que llega un desenlace mucho más afincado en efectos especiales (super cutres) de lo que esta historia se podía permitir, lo que terminó de echar por tierra sus pocos aciertos en cuanto a sustos. Honestamente, ahora estoy pensando que quizá fui demasiado quisquilloso con la primera.

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