Reseña: V/H/S 99 (2022)

En lo que hay que admitir fue una jugada muy inteligente, la cadena Shudder se hizo con los derechos de la saga de V/H/S hace ya algún tiempo para continuar por su cuenta con una nueva camada de antologías de metraje hallado. Aquí ya revisamos en su momento V/H/S 94 (2021) y ahora, poco más de un año después, nos llega su continuación, V/H/S 99 (2022), la quinta entrega de la saga y una que, como su antecesora, busca explotar no solo el formato de found footage sino la nostalgia por los noventa con cinco historias independientes ambientadas en dicha década.

Una cosa que me ha sorprendido es que en esta ocasión no parece haber una historia-marco que una a todos los relatos sino que estos están presentados como auténticas historias independientes en los que el único elemento común aparte del formato es la estética de VHS granulado que se convirtió en la marca de la casa ya con la entrega anterior, y que mucho me temo es la verdadera seña de identidad de una obra poco destacable incluso en sus momentos más altos.

Este componente nostálgico al que me refería antes está evidenciado no solo en la inclusión del año en particular sino también en la estética de fin de siglo que impregna cada una de las historias (o al menos la mayoría de ellas), pero esto termina siendo un elemento superficial. En realidad, y esto es algo que ya había notado en su antecesora, los relatos que componen esta antología demuestran un camino que la saga está tomando que en lo personal me ha parecido una decepción ya que cada vez intentan menos ser historias de horror y más bien parodias de historias de horror, con unos valores de producción muy pobres y una tendencia hacia el horror festivo en contraposición con la variedad de estilos que tenían las primeras dos entregas de la saga, sobre todo la segunda, que sigue siendo la mejor con diferencia.

Aunque quizá lo peor de todo (y esto es algo de lo que también nos quejábamos en la entrega anterior) sea que la película se niega a abordar el formato que la hizo famosa de otra forma que no sea como mero trámite, ya que la perspectiva de falso documental/metraje hallado no forma realmente de ninguna de las historias salvo quizá en la última, que por cierto es una especie de spin-off/parodia de la excelente Deadstream (2022), hecha por el mismo equipo y ya comentada aquí. Del resto, ninguna de ellas se preocupa siquiera por justificar la presencia de la cámara subjetiva más allá de la premisa inicial, y en algunos casos esta se hace literalmente imposible. Me ha parecido en general muy pobre, repetitiva y honestamente sin gracia alguna. Mejor quedarse con las dos primeras.

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Reseña: The Banishing (2020)

La británica The Banishing (2020) representa mi reencuentro con Christopher Smith, un director cuya obra de terror siempre me ha gustado mucho a pesar de que no es alguien a quien se suela nombrar como uno de esos valores seguros del género. Es también el regreso por parte suya a un tipo de cinta de recursos muy modestos que contiene sin embargo escenas muy pavorosas y una historia sutil que hace lo posible por no darle todo masticadito al espectador, cosa que se agradece mucho.

La trama, acerca de un predicador y su mujer que se mudan a una casa de una pequeña localidad en la que pocos años antes ocurrión un horrible crimen, se entrega por completo al terror sobrenatural y maneja referentes que serán muy conocidos para la mayoría, en concreto la película de Stanley Kubrick El resplandor (1980), con la que tiene muchas similitudes estilísticas y argumentales, tanto en la premisa de una casa que afecta la salud mental de un matrimonio como en el empleo de un imaginario surrealista para sus escenas de miedo.

Son precisamente las decisiones estética una de las mejores cosas que tiene, el uso tan sutil que hace de la música y un ambiente en general muy logrado en el cual, al igual que señalábamos en La mujer de negro (1989), el director no cae en la trampa de intentar hacer la casa más tenebrosa de lo que ya es. Por el contrario, la residencia parece en gran medida un sitio normal y es solo tenebrosa por lo que en ella sucede y por el historial que tiene detrás, que contiene un trasfondo horrible de sectas y conspiranoia en el que la película por suerte no se hunde, prefiriendo centrarse en el drama de la protagonista en lugar del enfrentamiento entre las fuerzas eclesiásticas.

Se hace lenta en ocasiones (a pesar de que dura poco) y sus recursos, como decía arriba, son modestos y se nota. De todas formas, aunque definitivamente no esté a la altura de otras obras de Smith como las excelentes Triangle (2009) y Black Death (2010), se siente como una clásica historia británica de fantasmas, en el sentido de que una producción americana probablemente habría hecho mucho más evidente su parafernalia de terror, cosa que esta película muy sabiamente no hace. Me ha gustado.

Reseña: Hell House LLC (2015)

Con un recibimiento muy positivo en la fecha de su estreno, Hell House LLC (2015) era una de esas películas que tenía muy pendiente de ver y que en cierta forma ya conocía porque varias de sus escenas habían sido compartidas en redes sociales en las que varios usuarios reaccionaban ante algunas de sus escenas de miedo. Debo decir que como película tiene una premisa muy interesante que se presta para un buen relato, aunque también es cierto que las constantes formales del cine de metraje hallado tienen como consecuencia que varias de sus mejores armas sean cosas que hemos visto antes.

La premisa antes mencionada es la de una empresa que monta una casa del terror en un viejo hotel de una pequeña localidad americana sin darse cuenta de que este está realmente embrujado, y lo que les va sucediendo a medida que van montando su atracción y descubren la siniestra historia de la casa forma la base de un documental acerca del misterio que rodea a la fatídica noche de inauguración, cuyo preámbulo vamos descubriendo poco a poco.

A partir de esta idea comienza lo que podemos definir sin duda como una muestra de oficio cinematográfico envidiable: presupuesto mínimo, algunos sustos muy ingeniosos y un uso constante de la anticipación puesto que, como comentaba arriba, la película está estructurada sobre el relato de un hecho cuya resolución ya conocemos, por lo que el cómo se llega hasta allí es una de las cosas más interesantes que tiene. Esto tiene como consecuencia, sin embargo, que las sorpresas sean pocas y el triple juego de meta-ficción (la película no es ni siquiera el documental en sí sino un reportaje sobre el documental) se me hizo muy falso y con poco espacio para sorpresas más allá de algunos sustos puntuales que se dan con los personajes explorando la casa y preparando lo que todos creen son unos inocentes trucos de tren de la bruja.

Sé que esto lo digo muchas veces y puede que parta de un prejuicio mío, pero me choca mucho cuando el empleo de la cámara subjetiva no está debidamente justificado y este por desgracia es uno de esos casos. Con todo y eso debo reconocer que algunas escenas de miedo están muy logradas y que el final de la película es muy intenso a pesar de que sabemos cómo acaba e incluso terminamos re-visitando metraje que ya habíamos visto al principio pero esta vez con otro estado de ánimo. Aunque no me ha haya seducido del todo la verdad es que es un trabajo muy bien hecho y por lo visto hay incluso dos secuelas con el mismo director, lo cual me sorprende porque no hubiera pensado que de aquí se pudiese sacar mucho más.

Reseña: Gonjiam: Haunted Asylum (2018)

Me gusta mucho cuando tengo ocasión de comerme mis propias palabras, porque si una cosa he dicho aquí muchas veces es que no me suele gustar mucho el subgénero de terror documental o metraje hallado, y sin embargo de vez en cuando me suelo topar con algunos ejemplos de este formato que me sorprenden tanto en lo que a oficio se refiere como a la parte de miedo. Es el caso de la surcoreana Gonjiam: Haunted Asylum (2018), de la que ni conocía su existencia hasta que la encontré en streaming y que me conquistó gracias a una premisa muy interesante y sobre todo muy bien ejecutada.

Confieso, eso sí, que comencé a verla con las expectativas muy bajas debido a que la idea principal me hizo creer que estaba ante una copia de la canadiense Grave Encounters (2011), película con la que comparte una premisa casi idéntica de un reality paranormal en el que un grupo se infiltra con cámaras en un hospital psiquiátrico abandonado en torno al cual se ha tejido una leyenda de fantasmas. Al igual que ocurría en la arriba citada cinta de The Vicious Brothers, la transmisión de este metraje originalmente es un timo pero termina siendo real para desgracia de los involucrados, quien se ven de repente acosados por la maldición del hospital sin poder abandonarlo.

Pero mi escepticismo duró solo en los primeros minutos porque luego la película va agarrando vuelo y personalidad propia mediante el empleo de algunos trucos de formato muy ingeniosos que entre otras cosas justifican muy bien el empleo del metraje continuo, como por ejemplo el hecho de que cada uno de los integrantes del grupo lleve una pequeña cámara que permite a la historia tener múltiples puntos de vista y le otorga así un dinamismo que este tipo de cintas por lo general no tiene. Es verdad que algunos de sus recursos están muy vistos, pero la película sabe manejarlos muy bien, sobre todo en una última media hora de auténtico infarto que funcionó por completo conmigo.

Pese a que nunca había escuchado de ella con anterioridad, Gonjiam: Haunted Asylum fue un gran éxito en su país de origen y milagrosamente no ha sido adaptada todavía en forma de un remake occidental, quizá por su semejanza con otras historias muy parecidas. Lo cierto es que me parece muy recomendable y si estás busando una cinta de metraje hallado que utilice bien sus arquetipos y construya una historia de terror efectiva y realmente pavorosa, este es muy buen ejemplo y una muy grata sorpresa.

Reseña: Return to House on Haunted Hill (2007)

Aquellos que sean más jóvenes probablemente no recordarán que a mediados/finales de la década de los dosmil a varios estudios como Warner, Fox o New Line les dio por sacar cutresecuelas (casi siempre rodadas en Europa del Este para ahorrar gastos) de lo que fuera que tuvieran entre manos, principalmente para el mercado de directo a DVD/Blu Ray, formatos que en aquel entonces estaban en pleno apogeo. Uno de los ejemplos que tenía pendiente de reseñar desde hace mucho es Return to House on Haunted Hill (2007), continuación de aquel remake de 1999 dirigido por William Malone y que vendría a llenar en parte ese nicho al que me refería más arriba. Su director, el es´pañol Víctor García, terminaría dirigiendo varios de estos productos, aunque este fue su primer largometraje.

El argumento es algo con lo que nadie se partió la cabeza, por lo visto, ya que echa mano de un muy conocido arquetipo muy empleado en las secuelas desde el éxito de Aliens (1986), que consiste en enfrentar a un grupo de personajes a la misma amenaza de la primera película pero esta vez acompañado de un grupo de hombres fuertemente armados que por supuesto irán muriendo uno por uno. En esta ocasión la excusa para el regreso a la casa embrujada es la hermana de una de las protagonistas de la primera parte (por lo visto Ali Larter no quiso retomar su papel), que es llevada a la mansión a punta de pistola por un grupo de mercenarios en busca de un ídolo maldito que vale mucho dinero pero que por supuesto es el causante de que los fantasmas anden sueltos por las ruinas, cosa que descubren de la peor manera posible.

Una cosa que hay que decir de entrada es que esta secuela sale perdiendo en comparación a su antecesora principalmente por el hecho de no contar con la muy elaborada y ambiciosa estética que distinguía a la película de Malone. El muy escaso presupuesto de esta segunda parte la hiere de muerte al dotarla de una estética muy de andar por casa, un elenco de segunda fila y unos muy pobres efectos especiales dignos de una tienda de disfraces de Halloween, cuando precisamente esto último era lo que más llamaba la atención de la primera y la convertía al menos en un espectáculo digno de verse. Esta en cambio no hace sino arrastrarse por un muy pobre desarrollo de búsqueda de tesoro y mercenarios despachados uno a uno por fantasmas de saldo. Al menos, eso sí, han mantenido la presencia de Jeffrey Combs como el fantasma del doctor Vannacutt. Combs es el único miembro del elenco de la primera que regresa en esta ocasión, y creo que por eso su personaje tiene una presencia e importancia mucho mayor en esta secuela a pesar de que en ningún momento habla.

Una cosa que sí quisiera destacar y que me parece al menos interesante es que esta película contó en su edición de Blu Ray con una función interactiva que permitía al espectador escoger el destino de algunos personajes y desbloquear así escenas y muertes alternativas que no pueden verse en ninguna otra versión. Este recurso fue empleado también en otras películas contemporáneas a esta como Destino final 3 (2006) y por desgracia nunca terminó de cuajar a pesar de que Netflix lo resucitó en algunas producciones propias varios años más tardes. De todas formas tampoco está muy aprovechado más allá de lo meramente anecdótico, y el resultado es una secuela muy olvidable incluso para sus ya de por sí bajos estándares.

Reseña: No One Gets Out Alive (2021)

Con No One Gets Out Alive (2021) tengo la sensación de estar ante una de mis posibles favoritas del año y una que mejorará con el tiempo y el recuerdo, sobre teniendo en cuenta dónde la vi, ya que para nadie es un secreto que estas cintas de terror del llamado directo-a-Netflix no son algo de lo que se suela esperar mucho, salvo contadas excepciones. En esta ocasión tenemos una muy sólida película de miedo basada en la novela homónima de Adam Neville, cuya obra ya ha sido adaptada con The Ritual (2017), una cinta que tiene más de un parecido con esta de la que hablamos hoy.

El argumento esta vez comienza como la historia de una pensión embrujada y una maldici´on de origen exótico de la que sabemos muy poco para luego comenzar a hacer malabares con temas como el desarraigo, las penurias del inmigrante mal llamado «ilegal» y, sobre todo, la pérdida de la inocencia debido a los sacrificios que hay que hacer para escapar de las garras de la pobreza. Todo esto encarnado en la figura de una joven mexicana que intenta sobrevivir como puede y a la que su situación particular le obliga a permanecer en un lugar donde está constantemente en peligro.

Esto último es un gran detalle que dota a la película de un alto grado de realismo en cuanto a las reacciones de su protagonista, por mucho que después la historia vaya cobrando un ángulo fantástico. Pero lo mejor de todo es que, sorprendentemente, la historia logra hilar todos estos temas de forma muy elegante y coherente con la premisa principal, sobre todo cuando llega su clímax y asistimos a unos magníficos veinte minutos finales en los que solo un mejorable CGI perjudica (parcialmente) un trabajo muy digno. Este final consigue también que honestamente no es tan fácil y que consiste en aclarar los misterios de la película sin tratar al espectador como idiota teniendo que explicarlo todo mediante exposición. Aquí, por el contrario, creo que todas las interrogantes quedan resueltas a pesar de que en ningún momento los personajes explican nada, todo lo vemos ocurrir en pantalla, lo que sin duda es un gran acierto.

Como podéis comprobar ya esta fue una que me gustó mucho, y es cierto que muchos de sus recursos estilísticos se han vuelto muy comunes con el tiempo (por ejemplo los omnipresentes planos sostenidos de rincones en penumbra) y que varios de sus temas ya han sido tratados en obras recientes como His House (2020), pero sería una lástima que pasara desapercibida en medio de todos los estrenos de octubre de una plataforma de streaming. Encargaos de que no sea así.

Reseña: Voces (2020)

Otra de las víctimas cinéfilas de la pandemia fue la película de terror española Voces (2020) que terminó siendo distribuida por Netflix a nivel mundial hace muy poco. No había escuchado mucho sobre ella antes de verla y de entrada puedo decir que la he disfrutado mucho, aunque temo que seguramente vaya a ser ninguneada por gran parte del público y la crítica que la despachará como una versión hispana de The Conjuring (2013), a la que sin duda recuerda tanto en argumento como recursos. Sin embargo, despreciarla por esto sería un error ya que se trata de una cinta muy eficiente con algunos momentos muy buenos y sobre todo un potencial en cuanto a continuaciones que pocos trabajos de terror hispano han conseguido.

La premisa base de la que parte es algo que se ha hecho muy común en la última década, y no es sino la contraposición del horror sobrenatural y la investigación paranormal que nos viene de los tiempos de Poltergeist (1982) pero que se hizo tremendamente popular gracias al éxito de cintas como Insidious (2010) y la arriba mencionada película de los Warren. En este caso también tenemos de hecho una pareja de investigadores pertenecientes a un clan familiar, padre e hija, quienes investigan una serie de extrañas muertes y fenómenos en una casa antigua casa con un pasado misterioso. Hay que destacar, sin embargo, que los investigadores no aparecen hasta bien entrada la trama, por lo que toda la primera media hora se va en recrear la maldición de la casa y los estragos que causa en la pequeña familia que se ha mudado a ella para restaurarla.

Todo este primer tercio es, de hecho, lo mejor y aquello que será más recordado por el espectador ya que contiene los mejores sustos y algunas escenas realmente pavorosas, además de que el destino de varios personajes fue algo que me tomó por sorpresa y le otorgó a la cinta un tono mucho más oscuro de lo que en un principio pensaba. Más adelante, cuando finalmente aparecen los investigadores, no es que la película decaiga pero sí es cierto que se vuelve algo menos serio, con largas escenas en las que se explican cosas y un acabado de lo sobrenatural más parecido a un tren de la bruja que a la macabra historia gótica que parecía al inicio del metraje. Aún así sigue teniendo momentos muy buenos y se ve que al menos su director Ángel Gómez Hernández entiende el género de terror ya que la cinta carece de «sustos falsos» (ese cliché en el que un personaje se asusta por algo repentino que termina siendo una falsa alarma) e incluso sus referencias a otros clásicos como Terror en Amityville (1979) o Al final de la escalera (1980) están bien integradas a la trama.

Voces quizá no vaya a convertirse en un clásico de aquí a unos años y sin duda alguna hay ejemplos superiores dentro del horror hispano reciente, pero aún así me parece más que recomendable y sin duda cumplirá su cometido si se ve en la atmósfera apropiada. Algo que no puedo dejar de mencionar, por supuesto, es que hay una escena post-créditos que al parecer asoma la posibilidad de una continuación con el dúo de investigadores de esta cinta, algo que muy probablemente también haya dado pie a las comparaciones con la obra de James Wan. No sé si al final se dará o no, pero espero que sí.

Reseña: The Amityville Murders (2018)

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Por increíble que parezca, es probable que haya hablado demasiado pronto cuando nombre a Amityville Dollhouse (1996) la más floja entrega de la saga de Amityville. Parece que más bien ese puesto debe ser reservado para su entrada más reciente, The Amityville Murders (2018), precuela de explotación que descubrí hurgando en servicios de streaming y de la que no sabía nada a pesar de que debería haber escuchado hablar de ella gracias a su guionista y director, Daniel Farrands, quien en los últimos años se ha granjeado mala fama gracias a películas «polémicas» que explotan casos reales con ángulo de cine de terror como The Haunting of Sharon Tate (2019) o The Murder of Nicole Brown Simpson (2019), además de esta de la que hablamos hoy.

Lo cierto es que las tres películas terminan pareciéndose mucho, no sólo por el hecho de usar un evento real como base argumental sino también en unos valores de producción bastante mejorables. Esta cinta, sin embargo, tiene un componente de género mucho más marcado ya que pese a ser indepentiente de otras entregas de Amityville, sí que mantiene su mirada fija en la saga original al relatar no la historia de la familia Lutz y su mudanza a una casa embrujada sino el misterioso crimen original, el asesinato por parte de Ronald DeFeo a todos los miembros de su familia, todos ellos con sus nombres reales. En realidad estamos hablando de un remake encubierto de Amityville 2: The Possession (1982), algo que queda bastante claro con la presencia de Diane Franklin en el elenco, quien hacía de la hija DeFeo en la película del 82 y que aquí interpreta a la madre.

Una cosa curiosa de esta nueva entrega es que Farrands ha decidido por lo visto mantenerse lo más fiel posible no sólo a los hechos «reales» sino también a la percepción que estos han tenido en la cultura popular. Varios de los elementos más conocidos de la saga de Amityville están aquí: las ya icónicas ventanas de la casa, la «habitación roja» del sótano, las distintas apariciones que van atormentado al hijo mayor. Pero también hay un énfasis muy fuerte en el drama de una familia disfuncional traumatizada por un padre tiránico, así como un guiño hacia una quizá menos conocida teoría de la conspiración que involucraba a la mafia. Todo esto por desgracia está mezclado con un componente místico/fatídico increíblemente forzado, que busca dar a la historia un aire de fatalidad demasiado solemne y que termina pareciendo una broma, lo que sólo se ve empeorado por una estética muy cutre y unas actuaciones realmente pobres.

A todo esto hay que sumar el hecho de que esta es una película muy monótona que tarda mucho tiempo en mostrar algo interesante. Comparada con la segunda entrega de la saga está claro que se trata de un trabajo muy inferior a pesar de tocar el mismo tema, y por momentos pareciera que no sabe muy bien si quiere ser una cinta de terror al uso o un pseudo-documental dramatizado de los crímenes que dieron origen a la historia de la casa. En realidad se trata de un trabajo muy pobre que delata un afán de explotar vulgarmente una tragedia real vendiéndola como algo dotado de un mayor significado del que realmente tiene, con lo que entiendo el rechazo que han generado las películas de este director hasta ahora. Por mi parte, esta es la última cinta de Amityville que me faltaba por reseñar, y aunque sé que en cualquier momento habrá más, considero que con esta hemos realmente tocado fondo.

Reseña: Amityville: el despertar (2017)

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Después de pasar años en un infierno de distribución que todavía no se ha resuelto del todo (se trata de una película nada fácil de ver legalmente en muchos países), algunas expectativas se habían levantado en torno a Amityville: el despertar (2017), a las que mi afán de completismo por supuesto no se ha podido resistir. Contrariamente a lo que creía en un principio, esta nueva película acerca de la casa embrujada más famosa de los Estados Unidos no es una secuela tardía de la película de 2005, pero tampoco es un remake de la original de 1979. Se trata, por increíble que parezca, de una película completamente independiente producida por Blumhouse y puesta bajo la dirección del muy eficiente director francés Franck Khalfoun, habitual colaborador de Alexandre Aja y que ya tiene en su haber cintas muy buenas como P2 (2007) o el remake de Maniac (2012), aunque aquí no parece que le hayan dejado demasiadas libertades.

La trama es la misma que ya hemos visto en otras encarnaciones, con una nueva familia mudándose a la casa de la Ocean Avenue 112 y comenzando a ser acosadas por un mal que habita en sus paredes. Tres cosas, sin embargo, la distinguen de sus antecesoras: la primera de ellas es su enfoque juvenil con Bella Thorne encarnando el ya muy conocido arquetipo de hija rebelde a quien nadie cree a pesar de ser la primera en reconocer el carácter maligno de la vivienda. La segunda es la subtrama de un hijo enfermo que se convierte en el blanco de las fuerzas sobrenaturales, algo que emparenta a esta película con la ya reseñada aquí Exorcismo en Connecticut (2009). La tercera, y esto es sin duda alguna lo más curioso de todo, es que en esta ocasión sus creadores han dado un giro metanarrativo a toda la historia; uno de los motivos por los cuales sabemos que no se trata de un remake es que esta película transcurre en un universo en el que las películas de Amityville existen, e incluso tenemos una escena en la que los personajes están literalmente viendo en la tele la original de 1979, a la vez que se hacen velados comentarios acerca de cómo las nuevas versiones de los clásicos del terror suelen dejar mucho que desear.

Este guiño, que por un momento pensé iba a ser más explotado, termina sin embargo siendo algo meramente anecdótico, ya que todo el resto de la película resulta muy convencional y se convierte en una historia de posesiones muy de andar por casa a pesar de que toda la subtrama del hijo en coma siendo acosado por el Mal es algo genuinamente inquietante y que podría haber dado mucho juego, tal como demuestra el por otro lado muy eficiente trabajo del actor Cameron Monaghan. Si la película se hubiera centrado más en este misterio, en la por otro lado ambigua representación de la madre interpretada por Jennifer Jason Leigh (que parece tener motivaciones ocultas que nunca son exploradas del todo en la película) o en las propias manifestaciones sobrenaturales de la casa, estaríamos hablando de algo muy superior ya que algunas de sus ideas prometen. Por desgracia esta también es una cinta que fue mutilada por la censura en un intento de hacerla más comercial para un público juvenil que en teoría era el ideal debido a la presencia de su actriz principal.

Lo triste del asunto es que estamos hablando al final de una película mediocre que ha sido condenada a la ignominia por cosas que no tienen que ver con la cinta en sí sino con los numerosos problemas que ha tenido para ser realizada y distribuida. La saga de Amityville nunca ha producido lo que se dice buen cine de terror, pero esta al menos tiene ideas y detalles que la podrían poner entre las mejores que se han producido basadas en esta casa embrujada. Tal como está lo que nos ha quedado es una película de terror del montón con unas fuertes ansias de explotación pura y dura, como demuestran sus sustos descafeinados, su muy básica mitología y sus numerosos planos de Bella Thorne en braguitas. No es terrible, pero sí francamente olvidable.

Reseña: Amityville Dollhouse (1996)

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Retomando lo que parece ser todo un proyecto de vida, llegamos a la octava entrega de la saga de Amityville, titulada Amityville Dollhouse (1996), una producción lanzada directamente en formato doméstico y que viene a ser básicamente un exploit de la premisa de las películas anteriores, con un toque ligeramente distinto pero cuyos valores de producción terminan pasándole factura de la peor manera. Reuniendo todos los vicios del terror de usar y tirar, estamos hablando de la que probablemente sea la peor entrega de la saga; las peores actuaciones, la peor dirección y sin duda el peor guión. Esto último se agrava porque todas y cada una de las escenas están rodadas como si de una comedia se tratase, con mención especial para las escenas de sexo, de las más cutres que se hayan visto incluso para los estándares de mediados de los noventa.

Una vez más, y como viene siendo tradición desde la cuarta entrega, la historia tiene lugar en otro sitio distinto a la casa de Amityville y la maldición parece provenir de un objeto, en concreto una casa de muñecas modelada (por algún motivo que se me escapa) a partir de la famosa vivienda embrujada del 112 de la Ocean Avenue.  Dicha casa de muñecas es hallada por el padre de una familia en su nueva propiedad, y a partir del momento en que se la regala a su hija comienzan a ocurrir hechos paranormales que poco a poco van minando a una familia que parecía ya un tanto disfuncional de entrada.

Pero a pesar de que todos estos son elementos que hemos visto con anterioridad, esta película no tiene realmente ninguna conexión con las anteriores; de dónde vino la casa de muñecas (la vivienda a la que se muda la familia fue construida por ellos sobre unas ruinas), el por qué esta es igual a la casa de Amityville o el origen de la maldición son cosas que nunca se explican, aunque francamente tampoco parece que importen nada. Por el contrario, todo el metraje se va en la formación de conflictos que afectan a cada uno de los miembros de la familia por separado, una idea que francamente me pareció buena, pero que muy pronto se abandona porque está claro que no todas estas historias tienen el mismo peso. Cosas como la pasión incestuosa de la madrastra por su joven hijastro o el gradual descubrimiento de lo sobrenatural por parte de la hija pequeña son subtramas que se abandonan y que no llegan a cerrarse nunca.

Todo esto se ve afectado, por supuesto, por unas actuaciones realmente pobres, una estética prácticamente de sitcom y una dirección poco imaginativa que lleva a momentos realmente vergonzosos ya que parece que la película no se está tomando a sí misma en serio a pesar de que toda su comedia es involuntaria. El final eleva los niveles de serie Z hasta lo indecible con una confrontación contra demonios de látex y mundos paralelos que podría haber dado juego si hubiesen al menos sido introducidas gradualmente para justificar la presencia de la casa de muñecas como puerta al horror, ya que si yo tuviera que señalar un objeto maldito de esa casa hubiese sido probablemente la chimenea, mucho más relevante para la trama. En fin, Amityville Dollhouse es hasta la fecha la peor entrega de la saga que he visto y la recomendaría únicamente para nostálgicos de esa estética tan reconocible de video club de los noventa. Esos mismos nostálgicos quizás reconozcan en un pequeño papel a la joven Lisa Robin Kelly, quien tuvo un papel secundario en las primeras temporadas de That 70’s Show y que salió de la serie debido a sus múltiples problemas con las drogas. Amityville es una saga que por lo visto se niega a morir, y estoy seguro de que volverá por más que el éxito siga escapándosele.