En lo que hay que admitir fue una jugada muy inteligente, la cadena Shudder se hizo con los derechos de la saga de V/H/S hace ya algún tiempo para continuar por su cuenta con una nueva camada de antologías de metraje hallado. Aquí ya revisamos en su momento V/H/S 94 (2021) y ahora, poco más de un año después, nos llega su continuación, V/H/S 99 (2022), la quinta entrega de la saga y una que, como su antecesora, busca explotar no solo el formato de found footage sino la nostalgia por los noventa con cinco historias independientes ambientadas en dicha década.
Una cosa que me ha sorprendido es que en esta ocasión no parece haber una historia-marco que una a todos los relatos sino que estos están presentados como auténticas historias independientes en los que el único elemento común aparte del formato es la estética de VHS granulado que se convirtió en la marca de la casa ya con la entrega anterior, y que mucho me temo es la verdadera seña de identidad de una obra poco destacable incluso en sus momentos más altos.
Este componente nostálgico al que me refería antes está evidenciado no solo en la inclusión del año en particular sino también en la estética de fin de siglo que impregna cada una de las historias (o al menos la mayoría de ellas), pero esto termina siendo un elemento superficial. En realidad, y esto es algo que ya había notado en su antecesora, los relatos que componen esta antología demuestran un camino que la saga está tomando que en lo personal me ha parecido una decepción ya que cada vez intentan menos ser historias de horror y más bien parodias de historias de horror, con unos valores de producción muy pobres y una tendencia hacia el horror festivo en contraposición con la variedad de estilos que tenían las primeras dos entregas de la saga, sobre todo la segunda, que sigue siendo la mejor con diferencia.
Aunque quizá lo peor de todo (y esto es algo de lo que también nos quejábamos en la entrega anterior) sea que la película se niega a abordar el formato que la hizo famosa de otra forma que no sea como mero trámite, ya que la perspectiva de falso documental/metraje hallado no forma realmente de ninguna de las historias salvo quizá en la última, que por cierto es una especie de spin-off/parodia de la excelente Deadstream (2022), hecha por el mismo equipo y ya comentada aquí. Del resto, ninguna de ellas se preocupa siquiera por justificar la presencia de la cámara subjetiva más allá de la premisa inicial, y en algunos casos esta se hace literalmente imposible. Me ha parecido en general muy pobre, repetitiva y honestamente sin gracia alguna. Mejor quedarse con las dos primeras.