Reseña: Silent Night (2021)

Para cuando se publique esta entrada ya será Nochebuena, por lo que la ocasión es perfecta para la tercera entrada de nuestra trilogía de reseñas navideñas, además la última reseña del año y una de mis películas favoritas de este 2021 que se acaba. Silent Night (2021) ha sido, de hecho, una de las sorpresas de esta temporada y una de las raras ocasiones en que como espectador he podido acercarme a una película sin saber nada de antemano ya que para cuando la vi no había trailer ni cartel, ni siquiera una sinopsis. Es muy probable que ahora que se ha estrenado la gente tenga más información sobre de qué trata, pero esta sin duda es de esas a las que es mejor acudir en frío.

Esa premisa que al principio se mantuvo prácticamente en secreto es la de una familia británica que se reúne en Nochebuena para una cena de Navidad muy especial, aunque lo que hace única esta noche es algo que al principio no sabemos y que se revela en algún momento del metraje de forma muy natural pero consiguiendo que cambie toda la película y lo que antes parecía una reunión familiar con personajes de variable grado de tolerancia y desfachatez termina adquiriendo tintes cada vez más siniestros detrás de toda la emotividad decembrina que estamos acostumbrados a ver.

Lo que la directora Camille Griffin consigue aquí es una maravillosa comedia negra con una premisa muy jodida (una vez revelada) que sin embargo consigue momentos de auténtica ternura que te llegan al corazón cuando menos lo esperas. Todo esto con unas actuaciones increíbles (creo que es de las películas que he visto donde me gusta más Keira Knightley) y una trama muy interesante desarrollada principalmente a través de diálogos que te deja roto por dentro. Y sin embargo, es precisamente esa trama y ese tono lo que la hace tan apropiada no solo para Navidades sino concretamente para estas Navidades y lo que ello significa en el ánimo colectivo. Difícilmente se me ocurre una película más apropiada para terminar el año. Lamentablemente no puedo ser más específico ni explicar por qué esto es así o las influencias que oculta. Ni siquiera puedo clasificarla en un género específico porque solo eso ya destriparía detalles que considero mejor descubrir por uno mismo.

Una cosa curiosa que sí puedo decir es que durante su pase en festivales se desató una pequeña polémica por parte de algunos críticos que aseguraban que la película contenía una velada metáfora antivacunas, y aunque puedo entender la lógica que llevó a algunas personas a pensar así, dicha conclusión me parece por lo menos osada. De hecho la proyección que yo vi estuvo precedida por un mensaje de la propia directora desmintiendo esta intención y asegurando que era todo lo contrario. En todo caso, no sé cómo más hablar de ella sin decirles simplemente que vayan a verla aunque sea fuera de Navidad.

Reseña: Titane (2021)

La nueva película de la directora de Crudo (2016) (la cual, sorprendentemente, no hemos reseñado todavía aquí), Titane (2021) es una inclasificable y muy singular experiencia que mezcla varios géneros y arquetipos, principalmente una historia de violencia aderezada con algunos toques de terror corporal que nunca son explicados del todo y que sospecho han sido los que terminaran por poner a la cinta en la categoría de cine de terror. Pero es también, y eso quizá sea lo más curioso, un relato profundamente sentimental acerca de la fluidez de la identidad de género y la experiencia de encontrar el amor incluiso en la peor de las circunstancias.

Argumentalmente hablando, la protagonista de Titane es una asesina en serie que huye de la justicia y encuentra una poco habitual y arriesgada manera de ocultar su identidad, poniéndose en una situación difícil que sin embargo la lleva a descubrir una fuente de afecto que hasta entonces no parecía haber conocido. También hay un elemento de índole sobrenatural que no voy a revelar a pesar de que se introduce muy rápido porque la rareza de la película es algo que se disfruta más si se ve sin prejuicio alguno. Lo cierto es que este elemento fantástico es algo que juega si se quiere un papel secundario ante la pantalla ya que se menciona muy poco y cuando lo hace es más bien para darle una sensación de urgencia a la trama ante lo que se anticipa como un inevitable desenlace.

Ha sido quizá este elemento lo que haya dado a la película su etiqueta de body horror, algo en mi opinión un tanto exagerado. De hecho la historia me recordó más a toda la ola de cine extremo que salió de Francia durante la década de los dosmil, no solo por el nivel de violencia mostrado en pantalla sino también por el empleo de una protagonista moralmente cuestionable con la que el público de alguna forma termina simpatizando a pesar de que la película en ningún momento intenta justificar sus acciones. En este sentido está muy bien y consigue su objetivo con creces ya que la evolución del personaje y su descubrimiento del afecto sincero a lo largo de la trama es algo que resulta indudable.

Titane ha tenido un recibimiento crítico muy positivo, tanto para su protagonista, la primeriza Agathe Rousselle como para su directora, Julia Ducournau. Alabanzas muy bien merecidas, además, ya que aunque considero que la película resulta excesiva en ocasiones también es una obra muy valiente y poco habitual cuyas decisiones la hacen difícil de encasillar en un género específico. Solo por eso creo que merece la pena.

Reseña: No One Gets Out Alive (2021)

Con No One Gets Out Alive (2021) tengo la sensación de estar ante una de mis posibles favoritas del año y una que mejorará con el tiempo y el recuerdo, sobre teniendo en cuenta dónde la vi, ya que para nadie es un secreto que estas cintas de terror del llamado directo-a-Netflix no son algo de lo que se suela esperar mucho, salvo contadas excepciones. En esta ocasión tenemos una muy sólida película de miedo basada en la novela homónima de Adam Neville, cuya obra ya ha sido adaptada con The Ritual (2017), una cinta que tiene más de un parecido con esta de la que hablamos hoy.

El argumento esta vez comienza como la historia de una pensión embrujada y una maldici´on de origen exótico de la que sabemos muy poco para luego comenzar a hacer malabares con temas como el desarraigo, las penurias del inmigrante mal llamado «ilegal» y, sobre todo, la pérdida de la inocencia debido a los sacrificios que hay que hacer para escapar de las garras de la pobreza. Todo esto encarnado en la figura de una joven mexicana que intenta sobrevivir como puede y a la que su situación particular le obliga a permanecer en un lugar donde está constantemente en peligro.

Esto último es un gran detalle que dota a la película de un alto grado de realismo en cuanto a las reacciones de su protagonista, por mucho que después la historia vaya cobrando un ángulo fantástico. Pero lo mejor de todo es que, sorprendentemente, la historia logra hilar todos estos temas de forma muy elegante y coherente con la premisa principal, sobre todo cuando llega su clímax y asistimos a unos magníficos veinte minutos finales en los que solo un mejorable CGI perjudica (parcialmente) un trabajo muy digno. Este final consigue también que honestamente no es tan fácil y que consiste en aclarar los misterios de la película sin tratar al espectador como idiota teniendo que explicarlo todo mediante exposición. Aquí, por el contrario, creo que todas las interrogantes quedan resueltas a pesar de que en ningún momento los personajes explican nada, todo lo vemos ocurrir en pantalla, lo que sin duda es un gran acierto.

Como podéis comprobar ya esta fue una que me gustó mucho, y es cierto que muchos de sus recursos estilísticos se han vuelto muy comunes con el tiempo (por ejemplo los omnipresentes planos sostenidos de rincones en penumbra) y que varios de sus temas ya han sido tratados en obras recientes como His House (2020), pero sería una lástima que pasara desapercibida en medio de todos los estrenos de octubre de una plataforma de streaming. Encargaos de que no sea así.