Otra de esas que me perdí a su paso por cines a pesar de que me daba mucha curiosidad, Spiral: From the Book of Saw (2021) fue una de esas películas que llegaron más o menos por sorpresa ya que casi nadie habría esperado un regreso de una saga que ya había tenido una secuela tardía que pasó sin pena ni gloria. El resultado esta vez tampoco ha destacado mucho, y debo decir que en lo personal habría sido más bondadoso con ella si no fuera porque en su momento intentaron venderla como algo más que otra secuela de Saw (2004), cuando en realidad eso es exactamente lo que es. Sus diferencias, de hecho, son superficiales y casi siempre relacionadas con lo que no tiene.
Con esto lo que quiero decir es que lo primero que salta a la vista es sus carencias en cuanto a ser parte de la saga original ya que la premisa es la misma, una serie de crímenes aparentemente realizados por un imitador de Jigsaw y que esta vez tienen una cosa en común: todas las víctimas son policías corruptos, en concreto los policías de un precinto específico, lo cual sugiere un misterio que deberá descubrir el protagonista, un Chris Rock en un papel serio e inusual dentro de su carrera.
Pero como decía, lo más llamativo es lo que esta película no tiene: la ausencia de Jigsaw y por extensión del actor Tobin Bell, quien había aparecido en todas las entregas anteriores aunque fuera por medio de flashbacks o recursos cada vez más rebuscados es algo que al final se siente y le quita a la película parte de su identidad. La idea de que el asesino es otro también se machaca mediante el empleo de otra voz (mucho menos tenebrosa y efectiva), otra marioneta y el símbolo de la espiral que se convierte en un nuevo tema recurrente, todas estas son cosas que parecen apuntar a un intento de distanciarse un poco de la saga original pero que al final son aspectos puramente superficiales porque todo lo demás es más de lo mismo, incluyendo el giro final que revela a un villano poco inspirado y definitivamente inferior. Si algo positivo se puede rescatar esta vez es que el regreso como director de Darren Lynn Bousman (probablemente el cineasta más emblemático de la saga) hace de este un trabajo ligeramente más atractivo que el de varias de las secuelas anteriores, pero poco más.
Y sin embargo, a pesar de que no puedo decir que sea una buena película, lo cierto es que tiene muchas cosas que me hicieron disfrutarla, sobre todo la intensidad del trabajo actoral de Chris Rock, quien por lo visto es un gran seguidor de la saga y se involucró de lleno en la producción. Esto último nota porque de todo el elenco es probablemente el que se lo toma más en serio. Si te gustaron las anteriores esta es una que sin duda te va a gustar también ya que pese a los sutiles cambios estéticos y temáticos, mantiene las constantes de la saga que ya conocemos como esa carnavalización de la violencia y los giros argumentales en el desenlace. Pierde un poco de fuelle al final y varias de sus sorpresas se ven venir desde muy lejos, pero me ha dado más de lo que esperaba de ella y eso es algo muy positivo.