Reseña: The Human Centipede 2 (2011)

Concebida como una verdadera afrenta a su propio público, The Human Centipede 2 (Full Sequence) (2011) fue más que simplemente la secuela de una de las cintas de terror más curiosas de la pasada década. Fue también una declaración de intenciones de su director, Tom Six, quien decidió hacer una película que no sólo funciona como continuación de su obra más famosa sino que además hace un comentario meta-narrativo acerca de cómo esta fue recibida por el público y la crítica. El resultado es un trabajo que en el momento de su estreno cayó por sorpresa y no fue para nada como el público general (incluyéndome) se esperaba, pero que con todo y eso funciona porque esta es probablemente una de las secuelas más bestias que haya visto, y a pesar de la fascinación que despertó en mi en su momento (y que ahora he revivido en gran medida a la hora de elaborar esta muy atrasada reseña) creo que me ha obligado a dejar pasar otros seis años por lo menos antes de que pueda volver a acercarme a ella.

El componente meta-narrativo al que me refería arriba es ya conocido para los que la han visto pero para los demás lo comento aquí: esta película tiene lugar en un mundo en el que la primera Human Centipede (2009) no sólo existe sino que es el objeto de adoración de nuestro personaje principal, un empleado de garita obeso, asmático y con retraso mental que vive obsesionado con la película de Tom Six usándola para escapar de su gris existencia. En la que probablemente sea la mayor puya posible a la recepción que dicha película tuvo, el protagonista decide un buen día construir su propio ciempiés humano superando incluso a la ficción, enlazado esta vez a doce individuos, uno de ellos Ashlynn Yennie, la actriz protagonista de su película favorita. Sólo hay un detalle: este personaje no es un experto cirujano como el de la primera cinta, por lo que su trabajo tiene toda la finura y precisión de un desquiciado que realiza una delicada cirugía con artefactos caseros y sin ninguna estrategia.

Esto da como resultado una secuela que en muchos sentidos es lo contrario a la primera parte: si bien la primera Human Centipede era muy contenida en cuanto a violencia y dejaba sus aspectos más truculentos a la imaginación del espectador, esta segunda parte es casquería de principio a fin, totalmente explícita en su muestra de sangre, mutilaciones y vejaciones a las que el personaje principal somete a sus víctimas, rompiendo además tabúes como daño a bebés y a mujeres embarazadas de una forma que muy previsiblemente le ganaron a Tom Six la ira de gran parte de la crítica y el público. En una decisión que puede ser interpretada como una pequeña concesión a estos, lo único que parece suavizar el gore un poco es la estética: la fotografía es casi toda en blanco y negro, y lo único que mantiene su color es la mierda.

Es ya cerca de su tramo final, cuando el ciempiés está completo y la lucha de sus integrantes por la supervivencia se lleva al extremo, cuando The Human Centipede 2 se convierte en algo francamente difícil de ver. Pero aún así es una película fascinante por el nivel de desagrado que puede llegar a causar, no sólo en cuanto a la violencia sino por el villano principal absolutamente carente de glamour y por la negativa de Tom Six a embellecer el horror que estamos presenciando aquí. Sé que estoy en minoría en mi apreciación por ella, pero aunque no haya dejado la misma impronta en el cine de terror que dejó la primera entrega, esta me parece artísticamente superior, y además mucho más terrorífica y desagradable, una película tras la cual sientes que necesitas una ducha.

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Reseña: The Woman (2011)

The Woman (2011), una de las películas de horror más comentadas de este año, marca el regreso de Lucky McKee al mundo del terror «independiente» tras el fracaso comercial que supuso El bosque maldito (2006), aunque ya había tenido una más modesta entrada al thriller con Red (2008). Al igual que sucedía en el caso de esta última, en The Woman McKee se adentra en el mundo del escritor Jack Ketchum y sus historias llenas de crueldad y sadismo pero también portadoras de un interesante comentario (no muy positivo) sobre la condición humana que ha hecho que dicho autor trascienda los límites de la pura provocación. Ketchum es un autor brillante que lleva escribiendo varias décadas pero que recientemente ha visto incrementada su popularidad gracias a varias adaptaciones cinematográficas de su obra, principalmente (creo) debido al también reciente renacer del horror físico.

Para aquellos que no lo sepan, The Woman es en realidad la secuela de una película anterior, Offspring (2009), pero no hace falta haber visto la primera parte para entenderla ya que las dos historias son perfectamente independientes. Si bien su antecesora era una película hasta cierto punto mucho más convencional en el género de familia-que-se-enfrenta-a-salvajes-caníbales, esta segunda parte revierte los roles de cazador y presa creando un argumento mucho más apropiado al discurso de empoderamiento femenino que caracteriza gran parte de la obra de Lucky McKee. Aquí vemos como un aparentemente normal hombre de familia captura a una feroz mujer salvaje en medio del bosque y la mantiene prisionera en su casa, en la certeza absoluta de que podrá reeducarla y convertirla en alguien civilizado. Lo que realmente se viene encima es un sinfín de torturas y humillaciones con las cuales este pater familias y su prole se ven enfrentados a la parte más oscura de sí mismos, diferenciándose muy poco del monstruo que mantienen prisionero.

La mayor parte de la película se va en esta guerra psicológica que mantiene el personaje del padre (brillantemente interpretado, por cierto, por el actor Sean Bridgers) no sólo contra la mujer atada en su cobertizo y que se convierte en el blanco de todo su sadismo acumulado, sino también contra las mujeres de su propia familia, en quienes percibimos a lo largo del metraje toda una historia de dominación y opresión que pone los pelos de punta una vez que McKee y Ketchum (autores de un guión escrito a cuatro manos) van revelando poco a poco la verdadera naturaleza de este tirano doméstico. El tema que se va forjando poco a poco es interesante porque calza bastante bien con el ya citado discurso protofeminista de McKee, el cual consiste simplemente en el usurpamiento del poder y lo que ocurre cuando ese poder es súbitamente recuperado tras una larga serie de maltratos y humillaciones. En este sentido la imagen de esa mujer bestial atada de pies y manos y con una ferocidad completamente inhumana anticipa momentos terribles que desembocan en un clímax sangriento que se ve venir pero que no deja de impactar.

Debido a todo lo ocurrido antes de este final y el regodeo de la película en la miseria humana de los personajes masculinos, el público se sentirá inevitablemente identificado con la mujer feral del título y celebrará sin duda la llegada de la justa venganza, tal como ocurre en los más famosos ejemplos del Rape & Revenge como I Spit on Your Grave (1978), pero esto es sólo superficial puesto que McKee y Ketchum van mucho más allá al dotar a la venganza de la Mujer un componente inhumano que revierte a través de la violencia la subyugación de lo femenino.

Como nota final, esperad el final de los créditos para ver uno de los epílogos más surrealistas pero a la vez más sugerentes de este año. En general, The Woman es un descubrimiento notable que puede que dificulte el regreso de Lucky McKee a los predios del cine de terror mainstream, pero francamente con estos resultados eso importa más bien poco.

 

Reseña: Insidious (2011)

Hace poco pude ver finalmete Insidious (2011), que a pesar de ser una de las cintas de terror más esperadas de este año se estrenó tarde y mal en una ciudad que tiene por norma un abierto desprecio hacia este género en particular. A estas alturas espero que todos los que leen esta página la hayan visto, aunque sea por los nombres que se encuentran tras ella: el título del que hablamos hoy es el nuevo trabajo del director James Wan y el guionista Leigh Whannell, los responsables de Saw (2004) y Dead Silence (2007). La primera fue, como sabéis todo, un gran éxito que partió de una película con una premisa básica y sencilla y una producción muy modesta que terminó generando un fenómeno taquillero que se extendió por una larga serie de secuelas en las que Wan y Whannell tendrían cada vez menos participación. Dead Silence, por el contrario, fue una película muy distinta con énfasis en lo sobrenatural, arquetipos clásicos del cine de miedo y una clara inspiración en las estilizadas grandes obras del fantaterror europeo, con Bava y Argento como material de cabecera.

He de repetir aquí algo que ya he confesado anteriormente: Dead Silence siempre me ha parecido una película muy superior a Saw, al menos mucho mejor construída, más ambiciosa y sobre todo con un mayor despliegue de imaginación que la repetitiva saga de Jigsaw. No son muchos los que lo ven así, ya que si bien los excesos sanguinolentos de Saw han generado toda una avalancha de secuelas y hasta un supuesto «sub-género» de torturas, el horror sobrenatural de Dead Silence fue casi universalmente ninguneado por público y crítica. Insidious parece entender esto y por ello podríamos clasificarla como un hipotético punto intermedio: su ángulo es marcadamente sobrenatural, pero la forma en que está rodada (sobre todo en los primeros dos tercios) la revela como una producción muy modesta que se vale de pocos artificios y de una estética muy sobria acorde con las limitaciones de su ajustadísimo presupuesto (apenas millón y medio de dólares). La presencia como productor de Oren Peli, responsable de Paranormal Activity (2009), resulta muy reveladora porque como esta, Insidious también se vale de la sensación de inmediatez transmitida en un principio por su ambientación netamente doméstica: una joven familia acosada por seres sobrenaturales que parecen ensañarse con el hijo que ha entrado en un misterioso estado de coma.

Este acoso de los fantasmas, sutil al principio pero progresivamente más siniestro y terrible a medida que transcurre el metraje, no tiene en sus inicios nada de novedoso pero aún así es de agradecer debido a que me reconocilia con un género que en los últimos años se ha dejado llevar por un cinismo mal asumido que hace que la gran mayoría de las cintas de terror que se estrenan (tanto en el mainstream como en las producciones independientes) sólo parecen tomar la senda del horror físico o la parodia. Insidious por el contrario es una película que al menos intenta dar realmente miedo, y a mi parecer lo consigue sobradamente a pesar de que gran parte de sus logros son tomados de otras películas. Es así como el esquema del niño en peligro y la llegada (ya casi llegando al tercer acto) de unos investigadores paranormales vincula a la película de Wan con otras conocidas cintas del género como Poltergeist (1982) o El ente (1982), siendo esta última una referencia más que obvia al contar en el elenco con la protagonista de aquella cinta, Barbara Hershey.

Es precisamente a partir de este punto en el que Insidious entra en la polémica que divide al público en cuanto a su calidad y se deja llevar por sus delirios estéticos, abandonado el sobrio ambiente realista de sus primeros dos tercios para entrar en una espiral atmosférica en la que Wan hace gala de sus influencias construyendo un imaginario tan estridente que en ocasiones parece caer en la comedia involuntaria. Aquí sin embargo he de estar nuevamente en desacuerdo con aquellos que han despreciado la película por eso ya que desde el principio la cinta nos ha preparado para ello gracias al planteamiento inicial del poder de la imaginación como puerta al terror, un gran concepto que por otro lado valida la siempre difícil tarea de hacer cine de terror con niños. Todo ello hace de esta una cinta muy recomendable para aquellos que buscan realmente cine de terror desprejuiciado y conocedor de sus referentes más básicos. En medio de la plaga de secuelas, remakes, precuelas y adaptaciones, el trío de Wan, Whannell y Peli han conseguido el que quizás sea el primer estreno comercial de terror genuino de este año, uno que se merece sobradamente el considerable éxito que ha tenido.

Ahora os pido a todos que volváis a ver Dead Silence y seguramente la miraréis con otros ojos.