Reseña: V/H/S 99 (2022)

En lo que hay que admitir fue una jugada muy inteligente, la cadena Shudder se hizo con los derechos de la saga de V/H/S hace ya algún tiempo para continuar por su cuenta con una nueva camada de antologías de metraje hallado. Aquí ya revisamos en su momento V/H/S 94 (2021) y ahora, poco más de un año después, nos llega su continuación, V/H/S 99 (2022), la quinta entrega de la saga y una que, como su antecesora, busca explotar no solo el formato de found footage sino la nostalgia por los noventa con cinco historias independientes ambientadas en dicha década.

Una cosa que me ha sorprendido es que en esta ocasión no parece haber una historia-marco que una a todos los relatos sino que estos están presentados como auténticas historias independientes en los que el único elemento común aparte del formato es la estética de VHS granulado que se convirtió en la marca de la casa ya con la entrega anterior, y que mucho me temo es la verdadera seña de identidad de una obra poco destacable incluso en sus momentos más altos.

Este componente nostálgico al que me refería antes está evidenciado no solo en la inclusión del año en particular sino también en la estética de fin de siglo que impregna cada una de las historias (o al menos la mayoría de ellas), pero esto termina siendo un elemento superficial. En realidad, y esto es algo que ya había notado en su antecesora, los relatos que componen esta antología demuestran un camino que la saga está tomando que en lo personal me ha parecido una decepción ya que cada vez intentan menos ser historias de horror y más bien parodias de historias de horror, con unos valores de producción muy pobres y una tendencia hacia el horror festivo en contraposición con la variedad de estilos que tenían las primeras dos entregas de la saga, sobre todo la segunda, que sigue siendo la mejor con diferencia.

Aunque quizá lo peor de todo (y esto es algo de lo que también nos quejábamos en la entrega anterior) sea que la película se niega a abordar el formato que la hizo famosa de otra forma que no sea como mero trámite, ya que la perspectiva de falso documental/metraje hallado no forma realmente de ninguna de las historias salvo quizá en la última, que por cierto es una especie de spin-off/parodia de la excelente Deadstream (2022), hecha por el mismo equipo y ya comentada aquí. Del resto, ninguna de ellas se preocupa siquiera por justificar la presencia de la cámara subjetiva más allá de la premisa inicial, y en algunos casos esta se hace literalmente imposible. Me ha parecido en general muy pobre, repetitiva y honestamente sin gracia alguna. Mejor quedarse con las dos primeras.

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Reseña: Deadstream (2022)

Hoy es Halloween y si vais a ver una película de terror, me parece que Deadstream (2022) es la opción ideal. Confieso que al principio estuve un poco reacio a verla cuando me enteré de que no solo era un found footage sino también una comedia, pero lo cierto es que estaba muy equivocado. Como comedia es una auténtica gozada pero también es, para mí al menos, una de las películas de terror del año. Parte del motivo se debe a que consigue un equilibro comparable (como han dicho muchos ya) a lo que hizo en su momento Sam Raimi con Evil Dead 2 (1987), una más que evidente influencia a la que referencia en más de una ocasión.

Si la recomendaba para una sesión de Noche de Brujas es porque dicha ambientación ya se hace patente desde la premisa, en la que un youtuber caído en desgracia emplea como último recurso para reconquistar su popularidad una sesión de streaming en la que se compromete a pasar la noche completamente solo en una auténtica casa embrujada, cosa que por supuesto demostrará ser un grave error cuando descubra que aquello que él mismo consideraba solo un juego más termine siendo una experiencia real de encuentro con lo sobrenatural.

La premisa no es original ni siquiera dentro del subgénero de metraje hallado; en esta misma página ya hemos hablado de películas como Grave Encounters (2011) y Gonjiam: Haunted Asylum (2018), dos cintas que tienen prácticamente la misma premisa. Lo que diferencia a Deadstream de estas dos, aparte de su estética y factura claramente indie, es su tono de confesa comedia de horror y su mucho más realista y trabajada recreación del mundo de la celebridad virtual, con sus lugares comunes, su estética exagerada e incluso recursos visuales como el chat en constante actualización. Esto es algo que considero importante destacar porque si en algo brilla la película es precisamente en la forma tan ingeniosa en la que aprovecha el recurso de las múltiples cámaras y el punto de vista en primera persona, algo que muchas otras cintas descuidan pero aquí está maravillosamente bien empleado.

Y por supuesto, gran parte del éxito de la propuesta tiene que ver con la gran actuación de su protagonista, Joseph Winter, quien también es uno de los directores y clava su personaje desde el minuto uno, lo cual es toda una faena teniendo en cuenta que aparece en el casi cien por cien del metraje y aún consigue sostener la película sobre sus hombros. En serio, buscadla porque es muy divertida, está maravillosamente hecha y como espectador te atrapa y no te suelta, cosa que no siempre se puede decir de este formato. Arriba la comparaba con Evil Dead 2 y honestamente creo que podría perfectamente llegar a tener un nivel de culto similar si no fuera porque la avalancha constante de títulos que tenemos hoy en día hace que dicho nivel de éxito sea en la actualidad algo imposible.

Reseña: Fresh (2022)

En los meses alrededor de su estreno es probable que hayáis escuchado y leído mucho sobre Fresh (2022), ya que Disney hizo todo lo posible para vender esta comedia de terror como una obra oscura y adulta, sobre todo intentando resaltar una y otra vez que se trataba de una producción de Star, la sección de adultos de su plataforma de streaming. Probablemente sea cierto que se trata de algo más fuerte para los estándares de dicha plataforma, pero al final terminó siendo algo mucho más ligero de lo que yo en particular esperaba. Más curioso me parece el hecho de que se haya insinuado una originalidad que en realidad no tiene pero que se empeña en sugerir.

Esta originalidad partía de lo parecía ser una muestra de terror acerca del lado depredador de la masculinidad, con nuestra protagonista conociendo a un chico en apariencia perfecto cuyas virtudes terminan siendo, muy previsiblemente, demasiado buenas para ser verdad. La idea es atractiva, aunque me resultó muy extraño que la revelación acerca de las verdaderas intenciones del protagonista masculino son algo que se muestra una media hora después de haberse iniciado la película y se trata en todo momento como si fuese una sorpresa a pesar de que todo el material publicitario ya la había destripado mucho tiempo atrás. No lo diré aquí por si queda alguien que no lo sepa aún, pero es muy probable que la sorpresa ya esté arruinada para la mayoría.

Pero incluso sabiendo esto de antemano la película tampoco se atreve a ir mucho más allá en cuanto a lo que su premisa sugiere; de entrada es muy poco violenta (la mayoría de las cosas horribles de su argumento ocurren en la mente del espectador) y la trama parece más interesada en explotar la relación entre los dos protagonistas mientras que los escasos elementos de terror se quedan un poco en nada, desde los infructuosos intentos de rescate por parte de otros personajes hasta el indudable ángulo de perversión sexual de la premisa principal, el cual es convenientemente dejado de lado en beneficio de una muy superficial sátira de la masculinidad y el juego de poderes que muchas veces se da en relaciones de pareja.

De todas formas, y a pesar de su general ligereza y de ser tan predecible en su desarrollo y subtexto, la película está simpática y se salva en gran medida por sus dos carismáticos y guapísimos protagonistas. Del resto poco qué decir salvo que es una lástima que esta idea haya tenido un destino tan convencional y un tratamiento que intencionalmente huya una y otra vez de su contenido más perturbador. Está bien, pero poco más.

Reseña: The Mortuary Collection (2019)

Definitivamente los últimos años me tenían malacostumbrado, porque en un mundo plagado de antologías de terror cutres (salvo contadas excepciones), The Mortuary Collection (2019) es una auténtica gozada y una de las representantes más dignas de este subgénero, la prueba de que este se puede hacer bien incluso recurriendo a la superficial carnada de la nostalgia. Esto último lo digo porque un vistazo a la estética y estructura de esta cinta es suficiente para emparentarla con otras antologías de relatos autonconclusivos y anfitrión siniestro al estilo de Cuentos del lado oscuro o, por supuesto, Cuentos de la cripta, que siempre es la referencia más evidente. Sin embargo, este trabajo tiene virtudes propias más allá de sus muy evidentes influencias.

En este caso son tres las historias (cuatro sin contamos lo que se cuenta en el marco narrativo que las engloba), las tres de estilos y referentes muy distintos pero las tres realizadas por el mismo director, el debutante Ryan Spindell. Es precisamente la unidad creativa de tener todos los segmentos realizados por el mismo cineasta lo que da a la película gran parte de su efectividad, dándole además una coherencia interna que mezcla terrores lovecraftianos, comedia de body-horror y hasta una curiosa vuelta de tuerca al género slasher, siempre desde la estética y el espíritu retro que se ven coronados aquí por ese magn´ífico marco narrativo presidido por Clancy Brown en el papel de maestro de ceremonias.

Y lo mejor de todo quizá sea el hecho de que su estética y estilo festivos no impiden un tratamiento de lo más oscuro en algunos de los argumentos, sobre todo en el marco de la historia, una especiamente siniestra considerando el subtexto y una cuya resolución augura nuevas entregas de algo que podría dar mucho de sí. No sé qué tanto éxito pueda haber tenido ni he leído nada acerca de posibles nuevas entregas, pero es sin duda algo que vería como perfectamente posible.

No la vean esperando encontrar algo novedoso o que en cierta forma reinvente el concepto de las antologías de terror. Si la ven que sea para disfrutar de un trabajo muy efectivo que consigue el nada fácil equilibro de calidad en sus historias, uno que no esperaba me fuerga a gustar tanto y que ante mis ojos se ha convertido en otro de estos ejemplos a recordar de lo que llevamos de siglo, en un nivel similar al que ya vimos en obras como Trick ‘r Treat (2008), V/H/S 2 (2013) o Southbound (2015). Muy buena, sin duda, y recomendable hasta decir basta.

Reseña: One Cut of the Dead (2017)

Con One Cut of the Dead (2017) pasa algo curioso y es que no la pude ver cuando se estrenó (en festivales, porque nunca tuvo un pase comercial donde vivo) a pesar de todo el furor que causó y todo el hype que se tejió en torno a ella. He tardado todo este tiempo en verla y ahora siento que esa buena prensa está más que justificada porque esta es sin duda una pequeña joya y una de las películas de zombis más ingeniosas que he visto en un buen tiempo, por mucho que al principio no lo parezca.

Si quieres saber de qué se trata, lo máximo que puedo decir es que va sobre un equipo de rodaje de una película barata de zombis que se ve sumido en un verdadero ataque durante el rodaje, pero incluso esto es simplificarla mucho. Lo cierto es que mientras menos sepas de ella antes de verla mejor, y de hecho algo que siempre me llamó la atención de las reseñas entusiastas que leí es que todas eran muy vagas a la hora de contar de qué iba la trama, y solo tras haberla visto es que me he dado cuenta por qué. La película tiene varios giros interesantes que te hacen replantearte todo y, curiosamente, es algo que sucede más de una vez y descubrir esos momentos por ti mismo es gran parte de la gracia que tiene.

Por supuesto se pueden mencionar cosas más técnicas como su estética amateur, el evidente comentario meta sobre la propia industria del entretenimiento o, sobre todo, el frenético ritmo de una producción empeñada en mantener su gimmick de un único plano secuencia a como de lugar. Pero si hay algo que la haga destacar quizá sea la calidad de sus actuaciones y lo muy bien diseñados que están todos y cada uno de los personajes, sobre todo el protagonista. Esto último es algo que se ha mencionado en muchas ocasiones pero sinceramente creo que si eres cineasta, o incluso si simplemente eres un espectador interesado en los trucos y técnicas del oficio cinematográfico, esta es una cinta que vas a disfrutar mucho y que jugará con tus expectativas recompensándote en todo momento.

Pero ojo: esto no es indispensable, ya que también tiene un gran disfrute incluso a un nivel superficial. No lo esperaba, si he de ser sincero, pero al final One Cut of the Dead ha resultado ser algo maravilloso y una de las mejores comedias zombis de los últimos años. Si es que incluso el final me ha parecido tremendamente emotivo y la confirmación de cómo la película termina de seducirte con la gesta casi heróica de ese pequeño equipo de rodaje serie Z. Muy buena y recomendable hasta el hartazgo.

Reseña: Jakob’s Wife (2021)

Durante una fallida aventura extra-marital, Anne Fedder, la esposa del predicador de una pequeña comunidad rural, es atacada por un vampiro que acaba de llegar al pueblo y comienza poco a poco a convertirse en un monstruo, lo cual no solo la empuja a beber sangre sino que además introduce nuevos desafíos a su vida de pareja. Esa es más o menos la premisa de Jakob’s Wife (2021), una simpática película de vampiros que parece traída de otro tiempo y que sin embargo logra salir dignificada gracias a un tono muy especial entre terror y comedia y sobre todo a las actuaciones de sus protagonistas.

En este apartado por supuesto destaca una maravillosa Barbara Crampton en el papel principal, más intensa y hermosa que nunca y con una presencia que se come por completo la historia. El caso de la Crampton es muy singular porque en los últimos años ha tenido una especie de renacer como actriz en numerosos trabajos de terror independiente, algunos de los cuales hemos reseñado aquí. Sin embargo, casi siempre su presencia estaba relagada a papeles secundarios destinados a dar legitimidad a películas que quizá habrían pasado un tanto más desapercibidas de no haber contado con ella. En cambio esta, en la que también hace de productora y que por lo visto intentó levantar desde hace ya varios años, le da el papel central y permite demostrar mucho mejor sus capacidades como actriz, sobre todo al emparejarla con Larry Fessenden (quien también ha venido apareciendo mucho como actor últimamente) en el papel del predicador, haciendo los dos un dúo con una gran química y momentos muy buenos.

Esta dinámica entre los dos saca a relucir otra cosa que me gustó mucho de la película y es la forma en que el tema del vampirismo sirve no solo como metáfora más que evidente de la liberación erótica de la protagonista sino también, sorprendentemente, como una vía de esta para recuperar la pasión menguante en su vida de pareja. Esto es algo curioso porque una producción más común quizá habría villanizado al personaje de Fessenden pero aquí ocurre todo lo contrario, ya que Jakob también tiene su propio arco de personaje paralelo al de su mujer, un detalle poco habitual que he agradecido mucho, como también he agradecido el aspecto puramente de terror con su claro ambiente de vampirismo retro y su más que evidente homenaje a Salem’s Lot (1979). Esto último se nota no solo en el detalle estético de los vampiros que llevan los colmillos en el centro de la boca sino también en el carácter andrógino y de otredad del villano principal.

Lecturas aparte, Jakob’s Wife es una película muy disfrutable que puede no ser para todo el mundo debido a los claros referentes que maneja, pero que en ningún momento toma el camino fácil de la caricatura sino que balancea muy bien sus componentes de terror y comedia, algo que la mayoría de estas joyas del pasado a las que referencia sabían hacer. Me ha parecido muy entrañable y una a la que vale la pena acercarse.

Reseña: Happy Death Day 2U (2019)

El mismo director de Happy Death Day (2017), Christopher Landon, repite en esta secuela titulada Happy Death Day 2U (2019) escribiendo además el guión, con lo que asumo ha tenido una considerable libertad creativa para hacer lo que quisiera. El resultado ha sido un tanto desconcertante en el sentido de que si bien al principio pareciera tomar un camino distinto y explorar la premisa inicial desde un nuevo punto de vista, la ilusión se desvanece muy pronto y termina siendo una segunda parte con muy poca imaginación que no solo no se aventura demasiado lejos de los límites ya trazados por su antecesora sino que encima parece quedarse corta tanto en sus componentes de horror (casi inexistentes ya) como (y esto si es una sorpresa) en su faceta de comedia.

Confieso que la ilusión funcionó conmigo y que al principio me atrapó: en los primeros minutos de la película (así como en su primer trailer) se insinúa que ahora es Ryan, uno de los secundarios de la original, quien se encuentra atrapado en un bucle temporal debido a un fallido experimento de física cuántica en los laboratorios de la universidad, y es Tree quien debe ayudarlo a salir del predicamento por el que ella ya pasó justo el día antes. Esto, como decía arriba, es un engaño porque casi inmediatamente después la película encuentra la forma de devolvernos a la primera casilla haciendo que nuevamente sea la chica quien se vea presa de la misma situación solo que agregando un muy superficial cambio relacionado con universos paralelos, ángulo que nunca es explorado de forma satisfactoria.

El resulado de esto es es una cinta que abandona en gran medida los preceptos de parodia slasher de la original y se afinca más bien en una premisa superficial de ciencia-ficción que ofrece una explicación al fenómeno del bucle temporal en las dos películas, detalle que confieso me gustó pero que parece ser solamente una excusa para repetir el mismo esquema de la primera parte con muy pocos cambios esta vez. Pero tal como mencionábamos antes, no solo parece ser más parca en cuanto a terror sino que también, sorprendentemente, resulta menos cómica al introducir elementos dramáticos en el arco de redención de nuestra protagonista y el trauma de la pérdida de su madre, que parecía resuelto en la primera película y que aquí resurge por motivos que no voy a revelar pero que resultan obvios una vez revelada la premisa del universo paralelo. Incluso los cambios que introduce estas premisas son todos muy perezosos y facilones, hundiendo la historia en una avalancha de clichés que incluye hasta un montaje musical de sucidios que da un poco de pena ajena por lo absurdos que son.

Con todo y eso, Happy Death Day 2U todavía tiene algunos aciertos, casi todos relacionados con el gran carisma de su actriz principal, Jessica Rothe, quien sostiene prácticamente todo el invento. Hay todavía detalles interesantes, pero como secuela es algo pobre y definitivamente muy por debajo de la primera parte en casi todo. Eso sí, una cosa voy a decir y es que a juzgar por la escena post-créditos, hay posibilidades de una tercera entrega que podría estar muy bien, sobre todo si deciden ponerle el para mí evidente título de Happy Death Day 3: And Many More que desde ya vaticino.

Reseña: Basket Case 3 (1991)

Dispuesto ya a terminar la saga me decidí finalmente a ver Basket Case (1991), tercera y última entrega, y el resultado ha sido descubrir que sigue más o menos la senda de la segunda: en esta ocasión hay un mayor presupuesto, una mayor inclinación hacia la comedia, nuevas criaturas y una mayor entrega (si cabe) a los excesos de la segunda parte, algo por otro lado típico de aquel momento de la carrera de Frank Henenlotter. También es, curiosamente, más sangrienta que su antecesora inmediata, pese a que según lo que he podido leer Henenlotter tuvo que hacer serios recortes a su guión original precisamente para rebajar el gore y la violencia que tenía planeada.

La trama tiene lugar inmediatamente después del desenlace de Basket Case 2 (1990) (hay incluso con un pequeño recuento de este en los primeros minutos) con Duane y su hermano Belial nuevamente separados mientras este último aguarda el nacimiento de su pequeña prole. Este nacimiento es lo que ocasiona que el grupo de monstruos se traslade a una mansión en Georgia donde habita un excéntrico médico acostumbrado a lidiar con monstruos, pero la presencia de la tropa (y, de nuevo, los intentos de Duane por escapar) causarán un enfrentamiento con las fuerzas del orden locales.

Precisamente es este enfrentamiento con la policía lo que da pie a uno de los detalles más interesantes de la película y que ya se venía anticipando con la segunda parte, y es que a diferencia de la primera cinta, los monstruos (Belial incluido) han pasado a ser los héroes del argumento, una pandilla de seres incomprendidos que solo desean la felicidad y a quienes la gente «normal» constantemente intenta destruir, en este caso mediante el secuestro de los hijos de Belial. Mediante esta dinámica la película consigue algunos de sus mejores momentos en la representación festiva de los fenómenos, con detalles como un pequeño número musical protagonizado por Annie Ross, quien vuelve como la matriarca de los monstruos y que es sin duda una de las mejores cosas de la película. Pero también la parte violenta tiene sus sorpresas, y secuencias como la del asalto a la comisaría contienen algunas de las muertes más desagradables y disparatadas del metraje, a pesar de que las ansias de la cinta por hacerse más familiar hayan rebajado considerablemente el contenido gore que por momentos se intuye.

Más que las otras dos, Basket Case 3 no es una película que recomendaría a todo el mundo y quizá decepcione a aquellos que sean más fieles a la original, ya que el camino que toma es muy distinto. Sin embargo, sí considero que es un cierre más que decente para una trilogía que surgió prácticamente de la nada y que sirvió sobre todo para mostrar las buenas artes de su director. Curiosamente, esta película sería la última que Henenlotter dirigiría en casi dos décadas, iniciando un largo silencio como director que se rompería con el estreno de Bad Biology (2008), su último largometraje de terror hasta la fecha.

Reseña: 13 fantasmas (1960)

Incluso para los estándares de sus contemporáneas, la versión original de 13 fantasmas (1960) es uno de los trabajos más ligeros que hiciera William Castle, quien como es bien sabido pasó a la historia más por los trucos con los que amenizaba las proyecciones que por sus propias habilidades como cineasta. Esta de la que hablamos hoy no es la excepción, y aunque resulta menos artificiosa que otros de sus trabajos como House on Haunted Hill (1959) o The Tingler (1959), por nombrar sus dos obras más conocidas, es también una de las más afincadas en la comedia y que menos puede considerarse «de terror».

La ligereza de la película se nota ya en un argumento que hemos visto muchas veces sobre todo en parodias de lo sobrenatural: una familia en serios apuros económicos ve cambiar su suerte cuando le toca en herencia una mansión de un familiar lejano que tenía en ella su particular colección de fantasmas, doce de ellos para ser exactos (incluyendo el fantasma del mismo familiar fallecido) que comenzarán a hacer la vida imposible a los recién llegados intentando cobrarse una vida para añadir un miembro más a su grupo. La gracia está, sin embargo, no en la trama en sí sino en el truco que Castle inserta en la película: el protagonista solo puede ver a los fantasmas poniéndose un par de gafas especiales, acto que en la proyección original era imitado por el público quien podía también ver a los espectros poniéndose unas gafas de cartón y celofán que se entregaban en la puerta del cine.

Por supuesto ninguna de las ediciones domésticas de la película hoy en día reproduce este particular efecto, aunque mucho me temo que tampoco nos estemos perdiendo de mucho porque el diseño de los fantasmas deja mucho que desear y parece estar más inclinado hacia la comedia que cualquier otra cosa. No solo eso sino que encima aparecen muy poco, siendo la mayor parte del metraje dedicado a las interacciones de la familia protagonista hablando entre ellos y sacando la mayor parte de las situaciones cómicas, algunas de ellas bastante penosas. Esto último es una lástima porque precisamente la premisa de la película y sus anbiciones de atracción de feria hacían que esta pidiese un tratamiento más espectacular que Castle no pudo o no quiso darle, optando en cambio por un entretenimiento mucho más ligero que desperdicia su propio potencial.

Nunca había visto esta película antes y debo reconocer que hacerlo me ha provocado curiosidad por revisitar su remake del 2001, el cual en su momento no me gustó nada pero que al menos sí parece haber entendido los requirimientos de la premisa a nivel de espectáculo. Esta de hoy tiene algunas ideas interesantes pero se siente como muy poca cosa si se le compara con el resto de la obra del propio William Castle, quien solía poner mucho más de su parte a la hora de hacer de sus películas una experiencia única para el público.

Reseña: Bride of Re-Animator (1990)

Aunque no llega nunca a los niveles de la primera parte, Bride of Re-Animator (1990) es una muy digna secuela que lleva la historia de Herbert West a nuevos niveles pese a contar más o menos la misma historia. En este sentido, uno de los mayores aciertos del equipo responsable fue el de pasar las riendas de la dirección a Brian Yuzna, quien fuera también productor de la original y probablemente el cineasta más indicado para dar continuidad a la visión de Stuart Gordon gracias a su predilección por lo grotesco y lo surrealista, cosas que dan a su estilo un empaquetado de horror al que no abandona ni siquiera durante sus evidentes concesiones a la comedia.

En esta ocasión Yuzna construye además una entrañable parodia de La novia de Frankenstein (1935) en la que Herbert West intenta ayudar a su amigo y compañero Dan a encontrar la forma de traer de vuelta a su chica aunque para ello tenga que construir una criatura a base de partes reanimadas de distintos cadáveres. Al igual que en la primera entrega ambos deberán enfrentarse a una serie de dificultades encarnadas no solo en la comunidad médica sino también en un policía que intenta vengar a su esposa (quien fuera reanimada por el misterioso suero del doctor West en la película anterior) y en el regreso del villano de la primera parte dispuesto a cobrar su propia venganza a pesar de haber quedado reducido solo a una cabeza viviente a la que terminan pegándole alas de murciélago.

De todas formas el argumento es lo de menos, a pesar de que es demencial y lleno de secuencias alocadas como todo lo que hace Brian Yuzna. Si hay un auténtico protagonista en esta película sería el increíble trabajo de efectos especiales prácticos de Screaming Mad George, que consiguen superar a los de la película original proporcionando algunos de los mejores momentos de la cinta, sobre todo en el clímax cuando el experimento de Herbert y Dan rinde sus frutos a la vez que son atacados por la horda de muertos vivientes traídos por su rival. Es en este apartado donde realmente la película hace justicia a sus orígenes y se convierte en una secuela mucho mejor de lo que cabría esperar, por mucho que se sientan carencias en cuanto a ciertos detalles interesantes que se dejan de lado. Uno de estos sería por ejemplo el regreso del villano de la primera parte, que parece estar aquí únicamente para proporcionar el toque épico del final sin que tenga mayor justificación en el resto de la historia, una que maneja quizá demasiadas subtramas simultáneas sin el mismo grado de interés.

De todas formas y a pesar de todo esto es una película muy divertida y una continuación más que solvente que eleva a la cinta original y al mismo tiempo nos regala más de aquello que la hacía grande, como los ya mencionados efectos especiales o el siempre genial Jeffrey Combs, aquí de vuelta en el papel que le hizo famoso. Si no me creéis, basta compararla con la tercera película, Beyond Re-Animator (2003), la cual sí vio reducido su presupuesto considerablemente y no resulta ni por asomo tan memorable o energética como esta. Una pequeña joya a rescatar, y para los seguidores de la obra de Yuzna una de las imprescindibles.