La inminente llegada de su remake fuera de su país de origen me ha hecho recordar que dejé incompleta la serie de reseñas de la saga de Hellraiser, en concreto las dos últimas entregas de directo-a-formato-doméstico que Dimension sacó en su momento. La primera de estas, Hellraiser: Revelations (2011), ha significado para mí rascar el fondo de algo que pensaba no daba más de sí y el resultado hunde todavía más la saga en su pozo de calidad y justifica por sí sola su eventual regreso a los orígenes. Había escuchado ya opiniones muy negativas pero solo ahora entiendo hasta qué punto se quedan cortas.
Para captar esto en toda su magnitud, sin embargo, se hace necesario hablar un poco del origen de esta saga y de su estado para aquel entonces: las cuatro primeras películas de Hellraiser, realizadas entre 1987 y 1996, fueron las únicas que se estrenaron en cines y las únicas en las que el creador original, Clive Barker, tuvo algún tipo de participación. Posteriormente los derechos pasaron a manos de Dimension Films, productora propiedad de los hermanos Weinstein, quienes entre 2000 y 2005 produjeron otras cuatro entregas destinadas a formato doméstico. Estas no eran realmente películas de Hellraiser sino guiones completamente independientes que fueron «reciclados» como parte de la saga añadiendo detalles superficiales que las vinculaban con el resto de películas, por lo general gracias a la (extremadamente) fugaz aparición de los cenobitas en algún momento del metraje. Todas estas cintas son, además, francamente olvidables, y hoy en día su existencia es recordada principalmente por hechos circunstanciales como el debut como director de Scott Derrickson o uno de los primeros trabajos actorales de Henry Cavill.
A partir de aquí Dimension anuncia que el siguiente (y noveno) trabajo de Hellraiser será un remake de la original, el cual nunca llegó a buen puerto y les obligó a sacar rápidamente una nueva entrega directo a DVD para no perder los derechos. Hellraiser: Revelations se convierte así en una obra hecha únicamente como una obligación legal, un subproducto realizado a toda prisa en apenas cinco semanas, con un rodaje de tan solo once días hecho a base de un guión que ni siquiera tuvo un segundo borrador. Como muestra final del poco aprecio que sentían por el material, esta también fue la primera película de la saga en la que Doug Bradley no retomó el papel del icónico líder de los cenobitas, al cual había interpretado en las ocho entregas anteriores y que conseguía darles al menos algo de legitimidad incluso en sus horas más bajas. En vez de eso tenemos esta vez a otro actor con mucha menos presencia y que ni siquiera usa su propia voz.
Sabiendo esto, y ya entrando finalmente en la película en sí, hay una cosa que sí pienso concederle a esta novena entrega y es que su explícita intención de retener los derechos de la saga hace que esta sea la primera cinta en quince años concebida desde el principio como parte de Hellraiser, es decir que no se trata de un guión reciclado sino de una historia parcialmente inspirada por la original en la que se habla de la desaparición de dos jóvenes que se encuentran con la Configuración de los Lamentos en un viaje a México y que termina con un festival de sangre y depravaciones cuando uno de ellos reaparece tiempo después en misteriosas circunstancias. La película mezcla de hecho varios estilos distintos y elementos novedosos para la saga si se quiere, tales como cierto grado de desorden cronológico y hasta algunos segmentos de found footage que podrían haber dado juego en un trabajo un poco más serio.
Al final esto termina siendo lo peor de todo, y es que a pesar de todo hay algunas ideas interesantes en cuanto a la dirección en que se quiere llevar la historia, ciertas concesiones al lado perverso y violento de la saga y un (quizá accidental) minimalismo que le habría venido bien a un guión algo más trabajado. Nada de eso se aprovecha; estamos ante la entrega más barata y cutre de todas (al menos de momento, porque se llegó a hacer una entrega más que todavía me falta por ver), subtramas que no se cierran, diálogos vergonzosos recitados por actores que obviamente no saben de qué va el resto de la película y un montón de referencias a detalles de la original que sus responsables no entienden. Terrible, sin lugar a dudas, y algo que nunca debió ocurrir.