Ahora que Capcom parece estarse tomando más en serio su propiedad intelectual, y siendo la llegada de un reboot algo inminente, es hora de terminar lo que debí haber hecho hace mucho tiempo y dedicarle unas líneas a Resident Evil: The Final Chapter (2016), sexta y última entrega de la saga que protagonizara Mila Jovovich y que Sony explotó sin ningún tipo de vergüenza durante más de una década. Es también una oportunidad inmensa para hacer un balance de la saga en su totalidad y rescatar lo que se pueda de ella.
Esto último viene a colación porque pese a no tengo problemas en admitir mi parcialidad hacia una saga que siempre consideré un placer culpable, sigo defendiendo la idea de que la primera entrega de Resident Evil (2002) fue una película bastante decente que puede que no haya guardado mucha fidelidad al material en el que se basa (algo que supuestamente la nueva saga sí hará) pero que al menos ofreció algo que en aquel momento no era tan común y que en cierta forma ayudó, junto con 28 días después (2003) y El amanecer de los muertos (2004), a traer de nuevo el género zombi a la pantalla. Esto es algo que las secuelas irían perdiendo para enfocarse más en la acción hiperbólica con la Jovovich de protagonista absoluta y que esta sexta y última entrega parece querer recuperar, al menos en parte.
Y lo cierto es que, tal como ocurría con Underworld: Blood Wars (2016), hablar del argumento no tiene sentido porque cada entrega de Resident Evil ignora de manera descarada su propia continuidad y reinicia la saga de nuevo con otro estilo diferente y referencias muy superficiales a las anteriores entregas. En ningún otro caso es eso tan evidente como en esta ya que todo aquel cliffhanger de la entrega anterior es completamente dejado de lado: el regreso del villano de la tercera entrega, el nuevo cambio de bando de Albert Wesker (quien recordemos había finalizado la película anterior forjando una frágil alianza con Alice) y la súbita reescritura del pasado tanto de la propia Alice como de la Reina Roja, me hicieron pensar por momentos que se había estrenado una entrega intermedia que por algún motivo no llegué nunca a ver. Tampoco es que importe mucho porque la trama es muy sencilla y las ambiciones de la película son muy básicas a pesar de que está clara su intención de hacer de este el verdadero capítulo final.
Lo que tenemos aquí en realidad es una entrega mucho menos extravagante que las dos anteriores, más sucia y con un mayor hincapié en el Apocalipsis zombi que la mayoría de sus antecesoras. Esto la hace un tanto más digna a mi parecer, y considero que resulta un acierto teniendo en cuenta que el desenlace de la película anterior auguruaba un tono hiper-épico que francamente dudo le hubiese sentado con tanta eficacia. A pesar de eso sigue teniendo los mismos problemas, y aunque comete el acierto de no introducir personajes importantes nuevos (algo que ningún desenlace debería hacer), sigue sin capturar la sencillez de la original para rendirse a un espectáculo vacío que apenas se sostiene gracias a mi absoluta parcialidad hacia Mila Jovovich y su particular estilo de acción. Con todo y eso sigue siendo una de las más disfrutables entregas de la saga, aunque sé muy bien que para muchos eso no será suficiente. Habrá que ver cómo lo hace el reboot ahora que esta ha llegado definitivamente a su fin.