Reseña: Christmas Bloody Christmas (2022)

Cerramos el especial de Navidad de este año con Christmas Bloody Christmas (2022), una nueva entrega del arquetipo de Papá Noel asesino que llegó justo antes de estas navidades. El esquema es algo que hemos visto muchas veces ya, casi siempre dejando mucho que desear; de hecho considero que probablemente no habría visto esta película si no hubiese estado dirigida por Joe Begos, el mismo de la excelente Bliss (2019) y la también muy destacable VFW (2019). Esta quizá no esté entre sus mejores obras hasta la fecha, pero tiene algunas cosas que la hacen merecedora de un puesto en las inevitables listas de horrores decembrinos que suelen caer por estas fechas.

En un intento de dar un ángulo novedoso a una historia ya muy manoseada, la película de Begos crea la premisa de un Papá Noel robot, un engendro mecánico creado como reclamo publicitario por una contratista de tecnología militar que cobra vida debido a un error informático y desata una masacre en un pequeño pueblo californiano, cebándose sobre todo con un par de empleados de una tienda de discos que deberán primero huir y luego enfrentarse a la criatura para pasar con vida la Nochebuena. El resultado de esta idea es una mezcla de influencias que bebe no solo de conocidos slashers como Silent Night, Deadly Night (1984) sino también de obras de ciencia-ficción como las muy conocidas Terminator (1984) y Hardware (1990), en las que todo el mundo inevitablemente terminará pensando.

En este sentido, y teniendo en cuenta la premisa principal, la película sí que es un pequeño fracaso porque a pesar de todos los esfuerzos por hacer del Papá Noel una amenaza, la sencillez de medios y presupuesto hizo que nunca me creyera ni por un segundo que se trataba de una máquina y no de un tipo muy grande (interpretado, por cierto, por Abraham Benrubi de la serie de Parker Lewis, alguien a quien ciertamente no esperaba ver aquí). Por eso creo que la idea, si bien atractiva, está un poco desperdiciada. Ese sería mi único problema real ya que en todo lo demás esto es un trabajo muy destacable, con un nivel de violencia y brutalidad desvergonzado pero también con todas las señas de autor de Begos: estética de neón, múltiples referencias a los ochenta, una heroína dura e incombustible, un humor sucio y macarra y unos diálogos entrañables. De hecho, toda la primera media hora de la película se va en largas conv conversaciones de los protagonistas sobre música, sexo y películas de terror que parecen haber salido de un Tarantino particularmente inspirado.

Christmas Bloody Christmas ha tenido una recepción un tanto desigual, quizá por tratarse de un director que suele generar ciertas expectativas. Una atractiva idea y premisa principal que se siente un poco desaprovechada debido a sus escasos medios y su negativa a despegarse de los lugares comunes del slasher decembrino. Con todo y eso debo decir que las constantes de su director me la hicieron muy agradable y en general me gustó mucho aunque quizá no por las razones que podría esperar alguien en busca de un clásico de terror navideño.

Reseña: Await Further Instructions (2018)

Siguiendo con el especial de Navidad llega esta pequeña muestra que de terror/sci-fi decembrino que pasó completamente por debajo de mi radar, cosa imperdonable porque contiene muchas de las cosas que me gustan de este tipo de historias. La británica Await Further Instructions (2018) fue además una película tristemente adelantada a su tiempo porque si bien las teclas que toca son cosas que siempre han estado en el imaginario colectivo, no sería sino hasta un par de años después cuando se volverían temas relevantes a nivel de actualidad, y probablemente habría sido vista de una manera muy distinta.

Esto queda claro ya desde el momento en que conocemos la premisa principal: en el día de Navidad, una familia disfuncional queda atrapada dentro de su casa por una misteriosa barrera física que bloquea todas las puertas y ventanas, y su única fuente de comunicación con el exterior son los mensajes que aparecen regularmente en la pantalla de su televisor. Nadie sabe exactamente qué es lo que ha pasado, la naturaleza de la barrera o quien está dando las órdenes, y el encierro poco a poco comienza a hacer más difícil la convivencia de un grupo que ya pasaba por tensiones y rencillas que van escalando a medida que la situación se prolonga.

La idea, como decía, es muy atractiva en sí misma y la naturaleza claramente fantástica de la historia le permite mantenerse en un ambiente de irrealidad y alegoría muy poco sutil. Pero a pesar de que varios de los giros argumentales son predecibles, el ambiente de paranoia y conflicto la hace muy apropiada como historia de terror de Navidad y la convierte en una versión extrema de la ya conocida visión de las fiestas como fuente de conflictos con la familia, algo que la película explota sobre todo resaltando las diferencias de clase entre sus miembros. Todo esto, ojo, en una cinta del 2018 que transmite una vibra muy distinta en un mundo post-Brexit y post-pandemia, no solo mediante su discurso de paranoia y desconfianza resuenan de forma distinta sino también por las reacciones de cada miembro de la familia plegándose por completo a la autoridad. Estas ideas fueron precisamente lo que me gustó más y lo que considero da pie a una discusión más interesante incluso de lo que sus creadores habían imaginado.

Digo esto porque estoy seguro de que en su momento esta película fue producida como un divertimento más al que mucha gente comparó de forma obvia con la serie Black Mirror (quizá por el hecho de ser británica), un simil que no me parece del todo acertado porque el enfoque no está puesto en la tecnología como antagonista sino en las propias limitaciones del ser humano y como este tiende muchas veces a abrazar la autoridad en medio de una situación límite. Por este motivo terminé pensando en cómo hubiese sido recibida hoy en día, lo que hace que merezca ser rescatada.

Reseña: To All a Goodnight (1980)

Abrimos la ya habitual tríada de reseñas de terror navideño viajando al pasado, en concreto al año 1980, para revisar To All a Good Night (1980), un ampliamente conocido ejemplo de slasher temprano que es famoso no tanto por la película en sí sino por haber anticipado muchos de los elementos recurrentes que este subgénero mostraría a lo largo de su edad de oro, que coincide con los primeros años de la década de su estreno. Por mi parte nunca la había visto y aunque no me pareció muy buena sí reconozco que en su contexto tiene algunas cosas valiosas que veríamos una y otra vez en películas mucho mejores.

Esta de la que hablamos hoy comienza con un grupo de chicas en una residencia universitaria que se quedan solas durante Navidad y aprovechan para meter a un grupo de chicos con los que pasar unos días de desenfreno, con la casualidad de que también parecen haber llamado la atención de un psicópata vestido de Papá Noel relacionado, por lo visto, con una trágica muerte ocurrida en la misma residencia varios años atrás. Este argumento, en muchos sentidos calcado de la película de Bob Clark Black Christmas (1974), es sin embargo solo el punto de partida: el verdadero foco de la cinta está en una continua muestra en gran parte gratuita de violencia y sexo con algunas escenas gore y un misterio bastante torpe en cuanto a la identidad del asesino.

El énfasis en el whodunit, el elenco juvenil y las elaboradas escenas de muerte son lo que conforma el principal interés histórico de la cinta al enlazarla no solo con la arriba citada película de Bob Clark sino también (como muchos habrán adivinado ya) con la Viernes 13 (1980) original, a la cual esta cinta se adelantó por varios meses y con la que tiene enormes paralelismos a pesar de que resulta muy inferior tanto en argumento como en actuaciones y efectos especiales. Los parecidos, eso sí, son innegables, sobre todo una vez que se revela la identidad del asesino y llega el clímax de confrontación con la final girl virginal. Estos parecidos son tan evidentes que no tengo ninguna duda de que la comparación entre ambas cintas ha sido lo que la ha mantenido con vida en el recuerdo colectivo de los aficionados al terror. Eso y su ambientación navideña, que siempre asegura un público.

Personalmente diría que es allí donde reside casi todo su atractivo: aparte de su acabado algo amateur, como película es menos divertida que sus contemporáneas, mucho más enfocada en la explotación visual de las chicas y su contenido erótico que en la violencia, y con un asesino mucho menos interesante. A manera de curiosidad he de destacar que el director de esta cinta, David Hess, es alguien que sonará a los seguidores del proto-slasher ya que es conocido por su trabajo de actor como villano en La última casa a la izquierda (1972). Dicha película, por cierto, fue producida por Sean S. Cunningham, el director de Viernes 13, así que la conexión entre ambas quizás no sea tan casual después de todo.

Reseña: Terrifier 2 (2022)

Contra todo pronóstico teniendo en cuenta los hábitos de la cartelera en la ciudad donde vivo, Terrifier 2 (2022) se estrenó en cines y mi sorpresa fue tremenda porque a pesar de todo el entusiasmo que la precedía no me esperaba encontrarme, efectivamente, con una película muy superior a su antecesora en todos los sentidos. A pesar de ser una historia de terror con un nicho muy específico de gente a la que le pueda gustar, se trata de una gran obra destinada probablemente a convertirse en una película de culto para los amantes del gore y el humor cruel que destila a través de un metraje largo e inclemente.

Una de las mejores cosas que tiene es que su director, Damien Leone, hace lo que toda secuela debe hacer y es subir la intensidad de todos los elementos que hicieron famosa a la primera parte. El payaso Art (un grotesco personaje que parece en muchos sentidos una parodia de Marcel Marceau) regresa de la muerte sin muchas explicaciones y desata otra masacre en la noche de Halloween acompañado en todo momento por el espíritu de una niña-payaso a quien por lo visto solo él puede ver, y su destino se cruza con el de una chica que está teniendo sueños proféticos acerca del asesino mientras los eventos de la noche la llevan poco a poco a enfrentarse con él cara a cara.

El mayor cambio con respecto a la película anterior se da evidentemente en el ángulo sobrenatural pero también se manifiesta a nivel estético. Mientras que la Terrifier (2016) original se mantenía siempre en un plano de cierto realismo, esta en cambio tira de un imaginario surrealista de pesadilla que nunca se llega a explicar del todo pero que sugiere un trasfondo de historia acerca de los orígenes del payaso y su verdadera naturaleza, un regodeo en el lado onírico e irreal del terror similar a lo que nos dio en su momento el Halloween 2 (2009) de Rob Zombie pero enfocado hacia un sentido del humor visible incluso en el gore. Este último sigue en la línea de la primera parte, hecho con unos efectos especiales prácticos que destacan no solo por su calidad sino por la inmensa crueldad de unas escenas de muerte que se regodean en el sufrimiento de las víctimas, rozando los límites de la paciencia del espectador pero nunca sobrepasándolos, al menos en mi opinión.

Por supuesto no es una película para todo el mundo, y tanto la arriba citada crueldad como sus injustificables 138 minutazos de duración la convierten en una prueba de resistencia. Sin embargo, sí considero que en este sentido es menos fatalista y alienante que la primera y hace incluso algunas concesiones al espectador casual como por ejemplo la inclusión de una final girl antagonista a la altura del payaso y que proporciona las mayores satisfacciones de cara al público, cosa que la primera película negaba en todo momento. El resultado es una cinta hecha para un tipo de espectador específico amante del gore y los excesos sangrientos, pero también hecha con evidente respeto por su género y con una pasión innegable. Me ha gustado mucho y espero de todo corazón que tenga continuidad y hagan una tercera.

Reseña: Demonic (2021)

Neil Blomkamp, el otrora prometedor director de District 9 (2009), estrenó el año pasado Demonic (2021), su primera película de terror. No hay que dejar que el genérico título nos engañe porque la película partía (como casi todo lo de este director) de una premisa muy interesante que hubiese dado mucho juego pero que por desgracia se viene abajo de la peor manera. Durante mucho tiempo guardé curiosidad de verla a pesar de que no había leído ninguna opinión positiva, por lo que se puede decir que iba predispuesto a que me gustara y sin embargo ha resultado ser todo lo contrario y una de las mayores oportunidades desperdiciadas de los últimos años.

Su interesante premisa mezclam terror y ciencia-ficción contando la historia de una mujer que, gracias a una tecnología punta cuyo funcionamiento nunca se explica al espectador, es capaz de entrar en la mente de su madre comatosa y descubre que esta está poseída por un demonio que ansía salir del inconsciente cuerpo en el que está atrapado. El argumento no es cien por cien original, y a aquellos menos jóvenes quizás les recuerde a la película de Tarsem Singh The Cell (2000), en la que Jennifer López se metía en la mente de un asesino en serie. Esta parte de una idea similar, pero al mismo tiempo hace cosas nuevas con ella y la idea de que la mente que explora la protagonista sea la de su propia madre le da un ángulo de drama personal que funciona.

La mayor muestra de originalidad está en todo caso en ciertas decisiones estéticas muy interesantes y poco habituales, como por ejemplo la recreación de la mente del paciente como si se tratase de una simulación de un videojuego, con gráficos 3D y todo, algo que en otra película habría resultado ridículo pero que aquí por el contrario contribuye a una atmósfera si se quiere única y que me pareció de lejos lo más memorable del invento por la forma en que estas escenas exploraban tanto la psique de la madre como su relación con la hija, pero también el horrible imaginario demoníaco que poco a poco se va apoderando de ella. Por desgracia hasta aquí llegan las cosas buenas porque la trama muy pronto se descalabra una vez que se abandona la premisa de ciencia-ficción y se introduce por complento un elemento conspiranoico-religioso salido de la nada y que resulta imposible tomarse en serio. Creo que esto lo he mencionado en otras ocasiones pero la idea de «agentes especiales del Vaticano» siempre ne ha parecido ridículo y es algo que me saca de la película por completo.

Este no es el único problema pero es a partir de aquí cuando toda la trama de terror se vuelve tremendamente aburrida, predecible y apresurada, con unos sustos muy obvios y una «confrontación final» que parece salida de una historia completamente distinta a la que habíamos empezado a ver. Quería darle una oportunidad y comencé a verla con la mejor disposición a pesar de las opiniones tan negativas que ha cosechado, pero es realmente muy mala y, lo que quizás sea peor, dinamita todo su potencial desde muy pronto, lo cual es una auténtica pena.

Reseña: Terrifier (2016)

El entusiasmo por su secuela estrenada este año ha hecho que finalmente me decidiera a ver Terrifier (2016), después de haberla evitado deliberadamente durante años debido a que no me llamaba para nada la atención y, para ser sinceros, el cine de terror basado en la recreación de la violencia explícita es algo que me interesa menos hoy en día. Sin embargo, hay que decir que he quedado gratamente sorprendido ante una película que si bien es sencilla y está hecha con un presupuesto mínimo, también muestra un gran oficio e imaginación que la eleva por encima de muchas otras cintas más elaboradas pero también más convencionales.

Su sencillez queda clara ya desde la premisa, en la que un psicópata vestido de payaso sale a ejecutar una masacre en la noche de Halloween y se encuentra con una pareja de chicas que tienen la desgracia de toparse con él. El hecho de que no sepamos absolutamente nada del asesino y el carácter absolutamente arbitrario de la violencia es lo que termina paradójicamente encumbrando una historia que tiene lugar casi por entero en un único escenario de un depósito en el que el payaso se refugia con sus víctimas (y otros desafortunados transeúntes) dando pie a una serie de muertes muy gráficas y elaboradas.

Es en este punto donde la película realmente destaca porque a pesar de que las actuaciones y escenarios evidencian el escaso presupuesto, este parece haber sido dedicado casi por entero a unos excelentes efectos gore que se han convertido en la mayor seña de identidad de la cinta así como la caracterización tan original del payaso, que no emite nunca sonido alguno y a quien nunca vemos fuera del «personaje» que se ha creado. Este último detalle es importante porque este asesino (que ya había salido por lo visto en otra película del mismo cineasta pero con otro actor) consigue sacar algo original y atractivo de un cliché tan repetido como el del payaso psicópata. Aunque claro, lo realmente vistoso de todo esto está en las escenas de muertes (una de ellas particularmente desagradable), tan exageradas que terminan adquiriendo cierto tono de comedia.

Dicho tono de comedia, por cierto, es algo que se limita únicamente a esas escenas en concreto porque la película en sí es sumamente deprimente y pesimista tanto en las capacidades de sus protagonistas como en el arco argumental, incluyendo un perturbador marco narrativo que podría en sí mismo dar pie a una secuela. No sé si la segunda parte ha tomado ese camino, pero fue lo primero en lo que pensé. Por cierto, la versión que anda rodando en la mayoría de plataformas está censurada y corta precisamente la muerte más brutal, así que si la pueden ver de cualquier otra manera mucho mejor. Por mi parte es una que pienso tener en casa fijo, y veré la segunda en lo que pueda.

Reseña: La llorona (2019)

Uno de los ejemplos más recientes de cine de terror latinoamericano, La llorona (2019) es una producción franco-guatemalteca que tuvo la suerte de estrenarse más o menos al mismo tiempo que otra versión de la misma leyenda ambientada en el universo de The Conjuring, y que aquí comentábamos en aquel entonces. Digo suerte porque es posible que esta coincidencia haya ayudado a darle cierta notoriedad debido a las comparaciones (casi siempre favorables) entre ambas. Por supuesto se trata de un trabajo muy distinto que maneja otro tipo de terror con comentario social, algo que se ha destacado mucho y que la hace interesante más allá de sus recursos de cine de miedo.

Lejos del drama familiar de su contemporánea, esta película del director Jayro Bustamante utiliza la leyenda de «la llorona» únicamente como el trasfondo para una historia de carácter político en la que un ex-dictador entrado en años y a quien se le viene encima un juicio público por sus crímenes pasados recibe de repente la visita de una joven que se incorpora a su casa como la nueva sirviente, y cuya presencia trae consigo un elemento sobrenatural dispuesto a cobrarse la justa retribución por el pasado. La película, sin embargo, no tiene un único punto de vista sino que tocando uno a uno a los miembros de la familia del dictador que ven como el cerco se va cerrando en torno a ellos a medida que son acosados por las protestas fuera de su casa como por la presencia de una maldición dentro de ella.

De entrada la idea de la que parte esta adaptación me gustó mucho y la forma en que la leyenda es usada para hablar del tema de la memoria histórica y la llegada de una justicia extraterrenal que compensa la impunidad del mundo de los vivos es algo que me pareció muy atractivo. Cosas como esta demuestran que se trata ante todo de una cinta inteligente con un discurso propio, aunque también debo decir que por desgracia gran parte de este discurso se hace a costa de los elementos de terror sobrenatural, que aunque intuídos por el título están totalmente infrautilizados hasta el punto de que pareciera que la película se avergonzara de pertenecer a este género. Esta idea está reforzada por un ritmo muy lento y pausado con unos diálogos y actuaciones que suenan de una forma que imagino es deliberadamente antinatural, como si el guión original hubiese sido en otro idioma y alguien hubiera realizado una traducción al español poco rigurosa. Todos estos detalles hacen de la película un trabajo un tanto tedioso que desaprovecha muchos de sus recursos en un intento de parecer algo más serio.

A pesar de esto es considerablemente superior a su arriba citada homónima de Hollywood, solo hubiese deseado que fuera menos contenida y hubiese abrazado más su esencia de terror, que está allí pero a la que la cinta le pasa por encima en todo momento, con lo que la conexión con «la llorona» es totalmente superflua y podría incluso haber estado ausente del todo. Vale la pena, pero si esperas un trabajo de terror más visceral te vas a llevar una inevitable decepción.

Reseña: Books of Blood (2020)

Para nadie es un secreto que la antolog´ía Los libros de sangre de Clive Barker es una pieza fundamental del terror literario de los años ochenta y una obra que impulsó la carrera de su autor como pocas cosas. Aquí en este blog ya hemos hablado de varias películas que se han hecho basadas en algunos de sus relatos, como Candyman (1992), The Midnight Meat Train (2008) y, por supuesto, Book of Blood (2009), clara antecesora de esta de la que hablamos hoy. Varios años después tenemos un nuevo intento de llevar a la pantalla estas historias en la forma de una cinta de antología concebida originalmente como una serie de televisión, como revela la presencia como productores de Seth McFarlane y Brannon Braga, quien además hace de director.

La fidelidad a la obra de Barker es sin embargo algo que hay que tomar con pinzas porque de las tres historias que componen Books of Blood (2020) dos se toman amplias libertades a la hora de adaptar el texto, mientras que la otra es una historia original escrita especialmente para la película. Esta historia propia, que habla acerca de una chica con problemas mentales (además de un caso agudo de misofonía) que escapa de casa y se aloja en una pensión donde algo siniestro está ocurriendo, me pareció de lejos la mejor de las tres y a pesar de que no está basada en la obra de Barker sí que toca muchos de los temas que le obsesionan como autor, incluyendo un toque de horror corporal muy en la onda de varios de sus trabajos.

En realidad debo decir que las otras dos historias también me gustaron mucho y me parecieron adaptaciones muy dignas que ganan gracias a la voluntad de enlazar los tres relatos de forma ingeniosa y hacer que la película salte de uno a otro en lugar de dividirla en segmentos autoconclusivos. Sí creo que se queda un poco a medio camino en cuanto a la crudeza y perversidad de la obra de Barker y probablemente habría funcionado mejor con un formato episódico en una serie de televisión, pero maneja buenas ideas y sabe explotar su temática e imaginario de terror de forma eficaz incluso dentro de las limitaciones de lo televisivo. Esto último es algo que no me sorprende porque es algo que Braga ya ha logrado en otras ocasiones con su trabajo en series como Salem.

Books of Blood no es ninguna obra maestra ni tampoco creo que sea la adaptación definitiva de Clive Barker, pero me ha parecido más que eficaz y si sirve para revivir el interés por este autor más allá de las distintas secuelas y remakes de Hellraiser (1987) yo me doy por satisfecho. Es una lástima que haya sido destinada a plataformas de streaming debido a motivos corporativos (la película fue la víctima de la disolución de Touchstone Television y su fusión con el resto del organigrama de la Fox antes de su venta a Disney) pero el resultado es mucho más de lo que hubiese esperado en primer lugar.

Reseña: Incantation (2022)

A pesar de una publicidad hiperbólica que la anunciaba como la película más terrorífica de Taiwan (cosa que puede resultar en unas expectativas demasiado altas), lo cierto es que Incantation (2022) es una cinta de lo más eficiente que me sorprendió de forma muy positiva, hasta el punto de convertirse en uno de mis estrenos favoritos de este año que está a punto de acabar. No la había visto desde que se estrenó (este verano en Netflix) y la volví a ver para escribir estas líneas, y esto no ha hecho sino reafirmar mi muy favorable impresión inicial.

Todo esto incluso teniendo en cuenta su escasa originalidad, ya que la película usa su formato de metraje hallado para contar una historia que hemos visto muchas veces: los intentos desesperados de una mujer por levantar la maldición que ha caído sobre su hija pequeña, y la carrera contra el tiempo para lograrlo. Todo esto mezclado con historias de cultos secretos, espíritus malévolos y una gran cantidad de sustos muy logrados que incluso se permiten ciertos juegos formales curiosos, como por ejemplo los momentos en que el público mismo es llamado en cierta forma a participar del juego que la historia plantea, lo más cercano a un rompimiento efectivo de la cuarta pared que he visto en una película de terror moderna. También hay un énfasis en la mitología y creencias religiosas de la cultura en la que se basa, la cual independientemente de lo auténtico de su representación la emparenta con otros ejemplos más «serios» como las ya comentadas aquí como la coreana The Wailing (2016) o la tailandesa The Medium (2021).

Lo bueno es que la trama es no solo una excusa para las escenas de miedo sino que también es genuinamente interesante y muy ambiciosa, y además el hecho de que esté narrada en desorden temporal la hace más llevadera y menos monótona de lo que suelen ser este tipo de trabajos de found footage, que casi siempre se caracterizan por un inicio aburrido, cosa que aquí no ocurre. De todas formas sí que mejora a medida que avanza el metraje, sobre todo la última media hora me pareció fantástica y muy memorable al abrazar por completo su trama de terror con unas imágenes finales dignas de elogio.

Me ha gustado mucho y hay altas probabilidades de que esté en mi podio personal de este año. De hecho, casi me atrevería a decir que es de las mejores películas de este tipo que he visto en los últimos años y una de las pocas que consigue medirse de tú a tú con los ejemplos más conocidos de esa fiebre por el terror asiático que nos invadió hace dos décadas. El hecho de que esté ampliamente disponible en streaming en todo el mundo es otra razón para recomendarla con toda confianza.

Reseña: Hellraiser: Revelations (2011)

La inminente llegada de su remake fuera de su país de origen me ha hecho recordar que dejé incompleta la serie de reseñas de la saga de Hellraiser, en concreto las dos últimas entregas de directo-a-formato-doméstico que Dimension sacó en su momento. La primera de estas, Hellraiser: Revelations (2011), ha significado para mí rascar el fondo de algo que pensaba no daba más de sí y el resultado hunde todavía más la saga en su pozo de calidad y justifica por sí sola su eventual regreso a los orígenes. Había escuchado ya opiniones muy negativas pero solo ahora entiendo hasta qué punto se quedan cortas.

Para captar esto en toda su magnitud, sin embargo, se hace necesario hablar un poco del origen de esta saga y de su estado para aquel entonces: las cuatro primeras películas de Hellraiser, realizadas entre 1987 y 1996, fueron las únicas que se estrenaron en cines y las únicas en las que el creador original, Clive Barker, tuvo algún tipo de participación. Posteriormente los derechos pasaron a manos de Dimension Films, productora propiedad de los hermanos Weinstein, quienes entre 2000 y 2005 produjeron otras cuatro entregas destinadas a formato doméstico. Estas no eran realmente películas de Hellraiser sino guiones completamente independientes que fueron «reciclados» como parte de la saga añadiendo detalles superficiales que las vinculaban con el resto de películas, por lo general gracias a la (extremadamente) fugaz aparición de los cenobitas en algún momento del metraje. Todas estas cintas son, además, francamente olvidables, y hoy en día su existencia es recordada principalmente por hechos circunstanciales como el debut como director de Scott Derrickson o uno de los primeros trabajos actorales de Henry Cavill.

A partir de aquí Dimension anuncia que el siguiente (y noveno) trabajo de Hellraiser será un remake de la original, el cual nunca llegó a buen puerto y les obligó a sacar rápidamente una nueva entrega directo a DVD para no perder los derechos. Hellraiser: Revelations se convierte así en una obra hecha únicamente como una obligación legal, un subproducto realizado a toda prisa en apenas cinco semanas, con un rodaje de tan solo once días hecho a base de un guión que ni siquiera tuvo un segundo borrador. Como muestra final del poco aprecio que sentían por el material, esta también fue la primera película de la saga en la que Doug Bradley no retomó el papel del icónico líder de los cenobitas, al cual había interpretado en las ocho entregas anteriores y que conseguía darles al menos algo de legitimidad incluso en sus horas más bajas. En vez de eso tenemos esta vez a otro actor con mucha menos presencia y que ni siquiera usa su propia voz.

Sabiendo esto, y ya entrando finalmente en la película en sí, hay una cosa que sí pienso concederle a esta novena entrega y es que su explícita intención de retener los derechos de la saga hace que esta sea la primera cinta en quince años concebida desde el principio como parte de Hellraiser, es decir que no se trata de un guión reciclado sino de una historia parcialmente inspirada por la original en la que se habla de la desaparición de dos jóvenes que se encuentran con la Configuración de los Lamentos en un viaje a México y que termina con un festival de sangre y depravaciones cuando uno de ellos reaparece tiempo después en misteriosas circunstancias. La película mezcla de hecho varios estilos distintos y elementos novedosos para la saga si se quiere, tales como cierto grado de desorden cronológico y hasta algunos segmentos de found footage que podrían haber dado juego en un trabajo un poco más serio.

Al final esto termina siendo lo peor de todo, y es que a pesar de todo hay algunas ideas interesantes en cuanto a la dirección en que se quiere llevar la historia, ciertas concesiones al lado perverso y violento de la saga y un (quizá accidental) minimalismo que le habría venido bien a un guión algo más trabajado. Nada de eso se aprovecha; estamos ante la entrega más barata y cutre de todas (al menos de momento, porque se llegó a hacer una entrega más que todavía me falta por ver), subtramas que no se cierran, diálogos vergonzosos recitados por actores que obviamente no saben de qué va el resto de la película y un montón de referencias a detalles de la original que sus responsables no entienden. Terrible, sin lugar a dudas, y algo que nunca debió ocurrir.