Carne de videoclub en estado puro, esta nueva versión de Humanoides del abismo (1996) forma parte de una serie de remakes televisivos que Roger Corman realizó de varias de sus películas clásicas para la cadena Showtime. Aquí en este blog de hecho ya reseñamos en su momento una de ellas, y esta sigue más o menos la misma senda: un elenco de actores en horas bajas y unos valores de producciones menores incluso que los de la original, pero sobre todo (y esto creo que es lo peor del asunto), un acabado mucho menos extremo que el de su antecesora y una voluntad de hacerla al menos en parte más digerible para todos los públicos.
Siguiendo la estela de la original, esta nueva versión transcurre también en un pequeño pueblo costero de los Estados Unidos donde un vertido ilegal de productos químicos ha propiciado la aparición de monstruos anfibios que se dedican a matar a todo el que encuentran y secuestrar a hembras humanas con las que aparearse. La principal diferencia esta vez es que los monstruos en cuestión son humanos modificados genéticamente por un experimento fallido del ejército y que han escapado a las cercanías del pueblo, donde la presencia del vertido les ha hecho más poderosos.
El añadido de la trama militar es quizá lo único interesante que la película tiene ya que introduce un ángulo de crítica antigubernamental del que la primera película carecía, aunque ello no se traduce necesariamente en grandes cambios; la mayor parte del argumento ni siquiera tiene que ver con esto sino con los intentos de los protagonistas por rescatar a una chica en peligro y derrotar a la amenaza de los monstruos que por supuesto terminan atacando al pueblo. Tampoco estas escasas ambiciones están bien llevadas a cabo: por momentos pareciera que los personajes se olvidaran de la chica desaparecida, y los valores de producción de la película son tan bajos que cuesta mucho tomársela con la más mínima seriedad. El ejemplo más sangrante de esto quizá ocurre durante el clímax, cuando los monstruos atacan una feria en el puerto: las escenas en exteriores (¡incluyendo a los monstruos!) son metraje reciclado de la original de 1980, y estas escenas se intercalan con los personajes protagonistas de esta en otra locación en interiores, en una secuencia tan chapucera que no me lo podía creer mientras lo estaba viendo.
Al cutrerío generalizado hay que añadir, por supuesto, el hecho de que esta versión suaviza en gran medida el contenido más transgresor de la original en lo que se refiere a la fascinación perversa por la sexualidad de los monstruos. Es cierto que aquellas escenas de la versión de 1980 que incluían agresiones sexuales de las criaturas hacia mujeres humanas eran de un muy cuestionable gusto, pero también es verdad que ese detalle argumental era una de sus principales señas de identidad y esta película tampoco se preocupa por sustituirla por nada más. Lo único que consigue es proyectar una luz positiva sobre la original, que sin ser una obra maestra resulta mucho más disfrutable que esta versión desdentada y francamente mediocre. Siento curiosidad, sin embargo, de ver otras de estas versiones tardías de la obra de Corman, así que quizá caiga alguna más en el futuro.