
Tras casi dos décadas alejado de la silla, Roger Corman regresó con la que (hasta la fecha) es su última película como director, con un resultado además desconcertante puesto que Frankenstein perdido en el tiempo (1990) es una cinta muy atípica dentro de su filmografía, una ambiciosa historia de terror y ciencia-ficción basada en la excelente novela de Brian Aldiss Frankenstein Unbound y encima con un elenco triple A que hace de esta una producción mucho más «respetable» que aquellas en las que solía trabajar. No lo es del todo, sin embargo, ya que los ligeros cambios al argumento de la novela son lo suficientemente importantes como para convertirla en una trepidante y oscura historia de viajes en el tiempo creada alrededor de uno de los mayores iconos literarios del horror.
Es precisamente el argumento lo mejor que tiene, ya que Brian Aldiss supo reinventar la historia de Frankenstein de una forma muy atractiva y original, y sorprendentemente esta película retiene gran parte de esa magia: un científico del futuro crea una poderosa arma de destrucción masiva cuyos efectos secundarios abren una falla espacio-temporal que lo arroja (junto con su coche futurista) a la Viena de principios del siglo XIX, donde conoce nada menos que al científico Victor Frankenstein y también a la escritora Mary Shelley, con lo que la historia del monstruo cobra una existencia metaliteraria en la que Shelley crea su cuento de horror basándose en un hecho real con el que nuestro protagonista debe lidiar si quiere no sólo volver a su época sino también frustrar los malvados planes de su colega, convertido aquí claramente en el villano.
En este sentido la película se inclina más hacia la ciencia-ficción, una además con muchos dejes estéticos que parecen de otra época, ya que por ejemplo los escenarios que tienen lugar en el futuro y que giran alrededor del doctor Buchanan interpretado por John Hurt tienen una estética que se parece más a lo que solíamos ver en el sci-fi clásico de serie B. Por el contrario, todo el trozo de la película que tiene lugar en el siglo XIX (rodado en locaciones reales en Italia) tiene, paradójicamente, un acabado más moderno y terminaría influenciando obras posteriores como el Frankenstein de Kenneth Brannagh, que se fusila sin piedad una de las escenas clave del desenlace que tiene que ver con la creación de la compañera del monstruo. En realidad me pareció que el argumento era fascinante pese a algunas escenas un tanto baratas, pero es que incluso estas se ven alzadas de la mediocridad gracias al elenco, no sólo John Hurt sino también el siempre genial Raul Julia en el papel de Frankenstein, Nick Brimble como el monstruo o incluso Bridget Fonda en su breve papel como una juvenil Mary Shelley.
No conozco mucha gente que haya visto Frankenstein perdido en el tiempo, quizá porque en su momento fue un fracaso de taquilla y recibió opiniones muy dispares y muy lejanas de lo que se esperaba por el regreso de Roger Corman a la dirección. Con todo y eso me parece de lejos una de sus mejores películas, una de las más arriesgadas y una de la que me encantaría ver una nueva versión hoy en día, ya que el potencial estético y literario de la novela es enorme, tanto que valdría la pena explotarlo otra vez.