Con Halloween Kills (2021) la saga iniciada por John Carpenter en 1978 se convierte en una de las franquicias de terror más prolíficas que jamás hayan existido, encima una en la que todas sus (hasta ahora) doce entregas se han estrenado en cines. La última encarnación del 2018 (que, no olvidemos, reiventaba la saga casi desde cero al construirse como una secuela directa de la original de Carpenter ignorando todas las demás entregas posteriores) fue como ya sabemos un gran éxito que despertó notables expectativas para esta continuación. Por desgracia debo decir que ha terminado decepcionándome, a pesar de que ya de por sí no esperaba gran cosa. Más que innecesaria, esta nueva Halloween 3 (es la tercera vez que se hace una «tercera parte», después de esta y esta) es una cinta torpe que desdeña gran parte de lo que distingue a la saga de sus congéneres slasher y abraza en cambio un acabado efectista pero incre´iblemente vacío que desaprovecha todas sus posibilidades.
Al igual que la Halloween 2 (1981) original, esta secuela tiene lugar en la misma noche que su antecesora inmediata y cuenta con los mismos protagonistas que han acabado en un hospital sin saber que Michael Myers ha sobrevivido y continúa matando a los habitantes de Haddonfield. Esta vez, sin embargo, el personaje de Laurie Strode (nuevamente interpretado por Jamie Lee Curtis) no ocupa un rol protagónico. Laurie por el contrario apenas está en la película y ni siquiera participa de la acción principal, que consiste más bien en la formación de una turba furiosa que sale a las calles a acabar con Myers y tomarse la justicia por su propia mano, guiados por varios de los personajes secundarios de la saga que regresan más de cuarenta años después de la original, algunos incluso interpretados por los mismos actores.
Esto debo reconocer fue lo que más me gustó: la idea de la histeria colectiva en torno al asesino y la manera en que esta obsesión destruye la inocencia y tranquilidad del pueblo (idea que Carpenter consideró originalmente como la premisa base de Halloween 4 (1988), allá en los ochenta) es sin duda lo más interesante que la película tiene, pero es también una idea tratada con una solemnidad ridícula que me temo no es sino una poco disfrazada (y quizá excesiva) reverencia por la película original. Además, es una idea que funciona en el contexto de una saga longeva con muchas secuelas, pero se supone que esto es apenas Halloween 3, así que pierde todo el impacto que pueda tener al mostrar a un pueblo traumatizado por un horror del que se habla con un halo mitológico cuando en el fondo no es sino un crimen común y corriente que además ocurrió cuarenta años atrás.
Lo que queda no es sino una muy superficial entrega de gore abundante (es una de las películas de Halloween más violentas que se han hecho), numerosos cameos insignificantes y guiños cómplices a varias de las entregas de la saga original, pero nada más. De hecho, si tuviera que rescatarla sería meramente por algunos detalles técnicos: la nueva versión del tema musical original, la secuencia de créditos iniciales con doce calabazas representando las doce películas de la saga, y las muy bien recreadas escenas de flashback transcurridas en los setenta, en las que aparece incluso Donald Pleasance, no mediante el empleo trucos digitales sino porque encontraron un actor clavado a él. Fuera de eso, la verdad es que me ha parecido muy poca cosa.