Contra todo pronóstico teniendo en cuenta los hábitos de la cartelera en la ciudad donde vivo, Terrifier 2 (2022) se estrenó en cines y mi sorpresa fue tremenda porque a pesar de todo el entusiasmo que la precedía no me esperaba encontrarme, efectivamente, con una película muy superior a su antecesora en todos los sentidos. A pesar de ser una historia de terror con un nicho muy específico de gente a la que le pueda gustar, se trata de una gran obra destinada probablemente a convertirse en una película de culto para los amantes del gore y el humor cruel que destila a través de un metraje largo e inclemente.
Una de las mejores cosas que tiene es que su director, Damien Leone, hace lo que toda secuela debe hacer y es subir la intensidad de todos los elementos que hicieron famosa a la primera parte. El payaso Art (un grotesco personaje que parece en muchos sentidos una parodia de Marcel Marceau) regresa de la muerte sin muchas explicaciones y desata otra masacre en la noche de Halloween acompañado en todo momento por el espíritu de una niña-payaso a quien por lo visto solo él puede ver, y su destino se cruza con el de una chica que está teniendo sueños proféticos acerca del asesino mientras los eventos de la noche la llevan poco a poco a enfrentarse con él cara a cara.
El mayor cambio con respecto a la película anterior se da evidentemente en el ángulo sobrenatural pero también se manifiesta a nivel estético. Mientras que la Terrifier (2016) original se mantenía siempre en un plano de cierto realismo, esta en cambio tira de un imaginario surrealista de pesadilla que nunca se llega a explicar del todo pero que sugiere un trasfondo de historia acerca de los orígenes del payaso y su verdadera naturaleza, un regodeo en el lado onírico e irreal del terror similar a lo que nos dio en su momento el Halloween 2 (2009) de Rob Zombie pero enfocado hacia un sentido del humor visible incluso en el gore. Este último sigue en la línea de la primera parte, hecho con unos efectos especiales prácticos que destacan no solo por su calidad sino por la inmensa crueldad de unas escenas de muerte que se regodean en el sufrimiento de las víctimas, rozando los límites de la paciencia del espectador pero nunca sobrepasándolos, al menos en mi opinión.
Por supuesto no es una película para todo el mundo, y tanto la arriba citada crueldad como sus injustificables 138 minutazos de duración la convierten en una prueba de resistencia. Sin embargo, sí considero que en este sentido es menos fatalista y alienante que la primera y hace incluso algunas concesiones al espectador casual como por ejemplo la inclusión de una final girl antagonista a la altura del payaso y que proporciona las mayores satisfacciones de cara al público, cosa que la primera película negaba en todo momento. El resultado es una cinta hecha para un tipo de espectador específico amante del gore y los excesos sangrientos, pero también hecha con evidente respeto por su género y con una pasión innegable. Me ha gustado mucho y espero de todo corazón que tenga continuidad y hagan una tercera.