Reseña: Terrifier 2 (2022)

Contra todo pronóstico teniendo en cuenta los hábitos de la cartelera en la ciudad donde vivo, Terrifier 2 (2022) se estrenó en cines y mi sorpresa fue tremenda porque a pesar de todo el entusiasmo que la precedía no me esperaba encontrarme, efectivamente, con una película muy superior a su antecesora en todos los sentidos. A pesar de ser una historia de terror con un nicho muy específico de gente a la que le pueda gustar, se trata de una gran obra destinada probablemente a convertirse en una película de culto para los amantes del gore y el humor cruel que destila a través de un metraje largo e inclemente.

Una de las mejores cosas que tiene es que su director, Damien Leone, hace lo que toda secuela debe hacer y es subir la intensidad de todos los elementos que hicieron famosa a la primera parte. El payaso Art (un grotesco personaje que parece en muchos sentidos una parodia de Marcel Marceau) regresa de la muerte sin muchas explicaciones y desata otra masacre en la noche de Halloween acompañado en todo momento por el espíritu de una niña-payaso a quien por lo visto solo él puede ver, y su destino se cruza con el de una chica que está teniendo sueños proféticos acerca del asesino mientras los eventos de la noche la llevan poco a poco a enfrentarse con él cara a cara.

El mayor cambio con respecto a la película anterior se da evidentemente en el ángulo sobrenatural pero también se manifiesta a nivel estético. Mientras que la Terrifier (2016) original se mantenía siempre en un plano de cierto realismo, esta en cambio tira de un imaginario surrealista de pesadilla que nunca se llega a explicar del todo pero que sugiere un trasfondo de historia acerca de los orígenes del payaso y su verdadera naturaleza, un regodeo en el lado onírico e irreal del terror similar a lo que nos dio en su momento el Halloween 2 (2009) de Rob Zombie pero enfocado hacia un sentido del humor visible incluso en el gore. Este último sigue en la línea de la primera parte, hecho con unos efectos especiales prácticos que destacan no solo por su calidad sino por la inmensa crueldad de unas escenas de muerte que se regodean en el sufrimiento de las víctimas, rozando los límites de la paciencia del espectador pero nunca sobrepasándolos, al menos en mi opinión.

Por supuesto no es una película para todo el mundo, y tanto la arriba citada crueldad como sus injustificables 138 minutazos de duración la convierten en una prueba de resistencia. Sin embargo, sí considero que en este sentido es menos fatalista y alienante que la primera y hace incluso algunas concesiones al espectador casual como por ejemplo la inclusión de una final girl antagonista a la altura del payaso y que proporciona las mayores satisfacciones de cara al público, cosa que la primera película negaba en todo momento. El resultado es una cinta hecha para un tipo de espectador específico amante del gore y los excesos sangrientos, pero también hecha con evidente respeto por su género y con una pasión innegable. Me ha gustado mucho y espero de todo corazón que tenga continuidad y hagan una tercera.

Reseña: Hellraiser: Revelations (2011)

La inminente llegada de su remake fuera de su país de origen me ha hecho recordar que dejé incompleta la serie de reseñas de la saga de Hellraiser, en concreto las dos últimas entregas de directo-a-formato-doméstico que Dimension sacó en su momento. La primera de estas, Hellraiser: Revelations (2011), ha significado para mí rascar el fondo de algo que pensaba no daba más de sí y el resultado hunde todavía más la saga en su pozo de calidad y justifica por sí sola su eventual regreso a los orígenes. Había escuchado ya opiniones muy negativas pero solo ahora entiendo hasta qué punto se quedan cortas.

Para captar esto en toda su magnitud, sin embargo, se hace necesario hablar un poco del origen de esta saga y de su estado para aquel entonces: las cuatro primeras películas de Hellraiser, realizadas entre 1987 y 1996, fueron las únicas que se estrenaron en cines y las únicas en las que el creador original, Clive Barker, tuvo algún tipo de participación. Posteriormente los derechos pasaron a manos de Dimension Films, productora propiedad de los hermanos Weinstein, quienes entre 2000 y 2005 produjeron otras cuatro entregas destinadas a formato doméstico. Estas no eran realmente películas de Hellraiser sino guiones completamente independientes que fueron «reciclados» como parte de la saga añadiendo detalles superficiales que las vinculaban con el resto de películas, por lo general gracias a la (extremadamente) fugaz aparición de los cenobitas en algún momento del metraje. Todas estas cintas son, además, francamente olvidables, y hoy en día su existencia es recordada principalmente por hechos circunstanciales como el debut como director de Scott Derrickson o uno de los primeros trabajos actorales de Henry Cavill.

A partir de aquí Dimension anuncia que el siguiente (y noveno) trabajo de Hellraiser será un remake de la original, el cual nunca llegó a buen puerto y les obligó a sacar rápidamente una nueva entrega directo a DVD para no perder los derechos. Hellraiser: Revelations se convierte así en una obra hecha únicamente como una obligación legal, un subproducto realizado a toda prisa en apenas cinco semanas, con un rodaje de tan solo once días hecho a base de un guión que ni siquiera tuvo un segundo borrador. Como muestra final del poco aprecio que sentían por el material, esta también fue la primera película de la saga en la que Doug Bradley no retomó el papel del icónico líder de los cenobitas, al cual había interpretado en las ocho entregas anteriores y que conseguía darles al menos algo de legitimidad incluso en sus horas más bajas. En vez de eso tenemos esta vez a otro actor con mucha menos presencia y que ni siquiera usa su propia voz.

Sabiendo esto, y ya entrando finalmente en la película en sí, hay una cosa que sí pienso concederle a esta novena entrega y es que su explícita intención de retener los derechos de la saga hace que esta sea la primera cinta en quince años concebida desde el principio como parte de Hellraiser, es decir que no se trata de un guión reciclado sino de una historia parcialmente inspirada por la original en la que se habla de la desaparición de dos jóvenes que se encuentran con la Configuración de los Lamentos en un viaje a México y que termina con un festival de sangre y depravaciones cuando uno de ellos reaparece tiempo después en misteriosas circunstancias. La película mezcla de hecho varios estilos distintos y elementos novedosos para la saga si se quiere, tales como cierto grado de desorden cronológico y hasta algunos segmentos de found footage que podrían haber dado juego en un trabajo un poco más serio.

Al final esto termina siendo lo peor de todo, y es que a pesar de todo hay algunas ideas interesantes en cuanto a la dirección en que se quiere llevar la historia, ciertas concesiones al lado perverso y violento de la saga y un (quizá accidental) minimalismo que le habría venido bien a un guión algo más trabajado. Nada de eso se aprovecha; estamos ante la entrega más barata y cutre de todas (al menos de momento, porque se llegó a hacer una entrega más que todavía me falta por ver), subtramas que no se cierran, diálogos vergonzosos recitados por actores que obviamente no saben de qué va el resto de la película y un montón de referencias a detalles de la original que sus responsables no entienden. Terrible, sin lugar a dudas, y algo que nunca debió ocurrir.

Reseña: V/H/S 99 (2022)

En lo que hay que admitir fue una jugada muy inteligente, la cadena Shudder se hizo con los derechos de la saga de V/H/S hace ya algún tiempo para continuar por su cuenta con una nueva camada de antologías de metraje hallado. Aquí ya revisamos en su momento V/H/S 94 (2021) y ahora, poco más de un año después, nos llega su continuación, V/H/S 99 (2022), la quinta entrega de la saga y una que, como su antecesora, busca explotar no solo el formato de found footage sino la nostalgia por los noventa con cinco historias independientes ambientadas en dicha década.

Una cosa que me ha sorprendido es que en esta ocasión no parece haber una historia-marco que una a todos los relatos sino que estos están presentados como auténticas historias independientes en los que el único elemento común aparte del formato es la estética de VHS granulado que se convirtió en la marca de la casa ya con la entrega anterior, y que mucho me temo es la verdadera seña de identidad de una obra poco destacable incluso en sus momentos más altos.

Este componente nostálgico al que me refería antes está evidenciado no solo en la inclusión del año en particular sino también en la estética de fin de siglo que impregna cada una de las historias (o al menos la mayoría de ellas), pero esto termina siendo un elemento superficial. En realidad, y esto es algo que ya había notado en su antecesora, los relatos que componen esta antología demuestran un camino que la saga está tomando que en lo personal me ha parecido una decepción ya que cada vez intentan menos ser historias de horror y más bien parodias de historias de horror, con unos valores de producción muy pobres y una tendencia hacia el horror festivo en contraposición con la variedad de estilos que tenían las primeras dos entregas de la saga, sobre todo la segunda, que sigue siendo la mejor con diferencia.

Aunque quizá lo peor de todo (y esto es algo de lo que también nos quejábamos en la entrega anterior) sea que la película se niega a abordar el formato que la hizo famosa de otra forma que no sea como mero trámite, ya que la perspectiva de falso documental/metraje hallado no forma realmente de ninguna de las historias salvo quizá en la última, que por cierto es una especie de spin-off/parodia de la excelente Deadstream (2022), hecha por el mismo equipo y ya comentada aquí. Del resto, ninguna de ellas se preocupa siquiera por justificar la presencia de la cámara subjetiva más allá de la premisa inicial, y en algunos casos esta se hace literalmente imposible. Me ha parecido en general muy pobre, repetitiva y honestamente sin gracia alguna. Mejor quedarse con las dos primeras.

Reseña: The Forever Purge (2021)

En retrospectiva me parece algo increíble, pero lo cierto es que de todas las películas de la saga de The Purge la única que no me gustó fue la primera; todas las demás, contra todo pronóstico, han sabido sacar algo interesante de la premisa original. La más reciente, The Forever Purge (2021), no es la excepción. Esto tiene un mérito adicional si tenemos en cuenta que mis expectativas estaban muy bajas porque no creía que una secuela pudiera seguir estirando el argumento más allá de lo mostrado en The Purge: Election Year (2016), que tenía toda la pinta de un cierre definitivo.

Resulta que estaba muy equivocado porque tras lo que en principio parece una muy acomodaticia vuelta al status quo de la saga con el regreso de los villanos al poder, esta quinta entrega logra volver a sacar un escenario novedoso de su argumento central, cambiando su escenario urbano por el de la frontera mexicana y el choque cultural entre los ciudadanos estadounidenses y las masas de inmigrantes que por supuesto se convierten en el blanco predilecto de aquellos que participan en la purga. Lo novedoso además está en el hecho de que esta vez el conflicto se desencadena cuando una insurrección de extrema derecha decreta que la Purga no tendrá fin hasta «limpiar» el país de aquellos elementos que consideran indeseables, por supuesto desenadenando el caos generalizado.

Esta premisa resulta mucho más interesante de lo que parece en un principio no solo por poner el foco esta vez en el trato a los inmigrantes y al «otro» (resaltando así los claros orígenes racistas de la Purga) sino que también presenta un contundente discurso sobre el más que claro futuro mestizo de la nación americana, así como también sobre la propia decadencia e hipotética caída de los Estados Unidos como país. Todo esto en una saga comercial de Blumhouse, explorando así una perspectiva si se quiere arriesgada incluso para los estándares de una saga no demasiado optimista de por sí.

Ahora, es cierto que la mayor parte de estas ideas que destaco son cosas que se quedan en el subtexto y que, como todas las entregas anteriores, la trama no tarda en rendirse a un esquema repetitivo de película de acción, pero me sigue pareciendo una gran proeza. Por lo visto ha sido un éxito y habrá una nueva entrega que (supuestamente) contará con el regreso de Frank Grillo en el elenco. Si es así, la veré seguro. Desde aquí también quiero recomendar una vez más que vean la serie de televisión, que está muy bien y consigue asimismo sacar ángulos novedosos a una historia que se suponía no daba más de sí.

Reseña: Prey (2022)

Reciente exitazo de Disney+ (aunque originalmente se trate de una producción de Fox) Prey (2022) es la nueva entrega de la saga iniciado por Predator (1987) y debo decir que resultó mucho mejor de lo que esperaba inicialmente. Algunas de las reseñas positivas que ha tenido son sin duda exageradas (no creo que sea mejor que la primera o siquiera la segunda) y que no deja de ser un ejemplo mediano de cine de acción inofensivo, sí puedo decir al menos que en muchos sentidos es una agradecida vuelta a la sencilla premisa de la original, algo que la saga necesitaba desesperadamente.

La sencillez de la premisa significa volver al enfrentamiento entre el monstruo alienígena y un único contricante humano, en este caso una joven cazadora comanche en la América del siglo XVIII que, mientras intenta mostrar su valía a los hombres de su tribu, se enfrenta cara a cara a una criatura de otro planeta que a venido a su vez a dar caza a los suyos. La idea es, como ya había mencionado en otra ocasión, muy buena y a la vez representa un escenario nuevo para este monstruo en particular, algo que por lo visto tenía muy claro su director, Dan Trachtenberg, quien explota el paisaje de las praderas americanas mediante una fotografía preciosista que constituye, junto con el diseño del monstruo, la única fortaleza estética de la película.

Con esto último quiero decir que si bien las locaciones son atractivas y el diseño del propio Depredador es muy bueno, el resto de la producción tiene en ocasiones una pinta muy barata de directo-a-vídeo que las originales no tenían. Esto es especialmente notable en lo que se refiere a la representación de la tribu con su estética cosplay, el abuso de un CGI de segunda categoría (sobre todo cuando se muestran animales salvajes) y la menor cantidad de violencia comprada con la original. Aparte debo reconocer que me ha molestado que los personajes indígenas hablasen todo el tiempo en perfecto inglés. Creo que haberla rodado en idioma comanche habría funcionado muy bien porque las mejores escenas no involucran diálogo alguno, pero por lo visto el único que se atreve a hacer algo así es Mel Gibson.

Este último detalle de la autenticidad trae a colación un tema que considero crucial y que se ha visto por desgracia sepultado por una polémica idiota atizada por gente que por lo visto no tiene nada mejor que hacer que quejarse de una (imaginada) política de inclusión omnipresente en el cine actual. Por el contrario, si algo queda claro aquí es lo tremendamente falso que resulta el supuesto sentido de inclusividad de una corporación como Disney, que saca pecho afirmando que su protagonista es una actriz nativo-americana pero que a la hora de la verdad muestra una representación de la cultura comanche superficial en la que ni siquiera ha habido una voluntad de usar su lengua original. Es una lástima porque esto fue lo único que realmente me molestó de una película que por otro lado disfruté mucho y que, con todos sus problemas, al menos me parece francamente superior a las dos últimas entregas de la saga, sobre todo mejor que la última. Espero que cunda el ejemplo y que esta idea de situar al Depredador en distintos períodos históricos sea algo que tenga continuidad.

Reseña: Spiral (2021)

Otra de esas que me perdí a su paso por cines a pesar de que me daba mucha curiosidad, Spiral: From the Book of Saw (2021) fue una de esas películas que llegaron más o menos por sorpresa ya que casi nadie habría esperado un regreso de una saga que ya había tenido una secuela tardía que pasó sin pena ni gloria. El resultado esta vez tampoco ha destacado mucho, y debo decir que en lo personal habría sido más bondadoso con ella si no fuera porque en su momento intentaron venderla como algo más que otra secuela de Saw (2004), cuando en realidad eso es exactamente lo que es. Sus diferencias, de hecho, son superficiales y casi siempre relacionadas con lo que no tiene.

Con esto lo que quiero decir es que lo primero que salta a la vista es sus carencias en cuanto a ser parte de la saga original ya que la premisa es la misma, una serie de crímenes aparentemente realizados por un imitador de Jigsaw y que esta vez tienen una cosa en común: todas las víctimas son policías corruptos, en concreto los policías de un precinto específico, lo cual sugiere un misterio que deberá descubrir el protagonista, un Chris Rock en un papel serio e inusual dentro de su carrera.

Pero como decía, lo más llamativo es lo que esta película no tiene: la ausencia de Jigsaw y por extensión del actor Tobin Bell, quien había aparecido en todas las entregas anteriores aunque fuera por medio de flashbacks o recursos cada vez más rebuscados es algo que al final se siente y le quita a la película parte de su identidad. La idea de que el asesino es otro también se machaca mediante el empleo de otra voz (mucho menos tenebrosa y efectiva), otra marioneta y el símbolo de la espiral que se convierte en un nuevo tema recurrente, todas estas son cosas que parecen apuntar a un intento de distanciarse un poco de la saga original pero que al final son aspectos puramente superficiales porque todo lo demás es más de lo mismo, incluyendo el giro final que revela a un villano poco inspirado y definitivamente inferior. Si algo positivo se puede rescatar esta vez es que el regreso como director de Darren Lynn Bousman (probablemente el cineasta más emblemático de la saga) hace de este un trabajo ligeramente más atractivo que el de varias de las secuelas anteriores, pero poco más.

Y sin embargo, a pesar de que no puedo decir que sea una buena película, lo cierto es que tiene muchas cosas que me hicieron disfrutarla, sobre todo la intensidad del trabajo actoral de Chris Rock, quien por lo visto es un gran seguidor de la saga y se involucró de lleno en la producción. Esto último nota porque de todo el elenco es probablemente el que se lo toma más en serio. Si te gustaron las anteriores esta es una que sin duda te va a gustar también ya que pese a los sutiles cambios estéticos y temáticos, mantiene las constantes de la saga que ya conocemos como esa carnavalización de la violencia y los giros argumentales en el desenlace. Pierde un poco de fuelle al final y varias de sus sorpresas se ven venir desde muy lejos, pero me ha dado más de lo que esperaba de ella y eso es algo muy positivo.

Reseña: May The Devil Take You Too (2020)

El director indonesio Timo Tjajanto regresa con esta secuela de la excelente May The Devil Take You (2018), estrenada apenas dos años después de la original y repitiendo básicamente la misma fórmula con un toque añadido de terror juvenil. Me ha sorprendido porque si bien resulta inferior a la primera parte, sigue reteniendo gran parte de sus aciertos y dinamismo, y es solo quizá su negativa a buscar algo nuevo lo que hizo que no me convenciera tanto, especialmente considerando el curriculum de su director como uno de los nuevos valores seguros del cine de terror actual.

En esta ocasión tenemos a la misma chica sobreviviente de la primera parte (fantástica Chelsea Islan retomando su papel) dos años después de haber enfrentado a lo sobrenatural y viéndose nuevamente arrastrada a ayudar a un grupo de jóvenes víctimas de una maldición, que por supuesto da con todos ellos reunidos en otra casa abandonada en medio de la selva y enfrentándose a una presencia demoníaca que los va poseyendo y ante la que solo se puede responder mediante la violencia extrema.

El resumen de la trama debería dejar claro desde el principio que las principales señas de identidad de la primera parte se mantienen en esta continuación, desde el tono frenético y ruidoso hasta su evidentísima influencia de The Evil Dead (1981), con la que comparte asimismo sus ocasionales toques de humor (no tantos como en la película de Sam Raimi, pero casi). De hecho el elenco mayoritariamente hecho de jóvenes la hace incluso más parecida a esta, así como el castigo que recibe su protagonista, muy similar al de Ash en aquella saga e incluyendo asimismo un gag con la propia mano que resultará fácilmente reconocible. Por desgracia el tremendo parecido con la primera parte también hace que termine siendo comparada con esta, y en ese sentido la secuela sale perdiendo: es un tanto menos alocada que la primera, con una (aparente) menor cantidad de recursos. También tarda mucho en arrancar y cuando lo hace terminas dándote cuenta de que la historia es menos interesante y vistosa.

A pesar de todo May The Devil Take You Too (2020) es una cinta de terror muy divertida y si como a mí te gustó la primera esta es una que sin duda vas a disfrutar. A decir verdad el único aspecto que sí me pareció mejorable es su duración; las dos horas de metraje se sienten y esta misma historia contada en 90 minutos habría ganado muchísimo. Pero al final del día esta es una queja menor porque sigue siendo muy simpática, solo que no tan buena como la original. Ya han anunciado que habrá una tercera, y si es con la misma gente involucrada estaré ahí para verla sin dudarlo.

Reseña: Ringu 2 (1999)

Tras el fracaso taquillero de Spiral (1998), sus responsables decidieron hacer una secuela completamente nueva de Ringu (1998) como si aquella nunca hubiera existido, contratando nuevamente al director Hideo Nakata y empleando un guión completamente alejado de la obra literaria de Koji Suzuki. Es así como llegó al año siguiente Ringu 2 (1999), la verdadera secuela oficial y una que, contrariamente a su predecesora, abraza sus componentes de terror de manera mucho más explícita. Aunque la considero claramente inferior a la primera parte, no se puede negar que marcaría el camino por el que la saga habría de seguir, ya que todas las continuaciones posteriores de una u otra manera han tomado la lección de esta de la que hablamos hoy.

El argumento es también un reboot en toda regla, con la misma protagonista de Spiral (aquí interpretada por otra actriz) iniciando su propia investigación acerca de lo ocurrido a los personajes de la primera película. Es importante mencionar también que a diferencia de lo que ocurría en la otra secuela, en esta sí que vuelve la misma protagonista de la Ringu original junto con su hijo, y que su participación resulta mucho más importante para la resolución del misterio que rodea al fantasma de Sadako y sus verdaderas intenciones más allá de la muerte.

A partir de aquí la trama se complica mucho y no sabría resumir exactamente de qué se trata ya que toda la primera mitad resulta confusa y los personajes van descubriendo cosas más o menos porque sí, sin el fino trabajo de investigación que mostraban en la primera parte. Encima, al estar despojada de la premisa de la cinta de vídeo se pierde el componente de carrera contra el tiempo que hacía especial a la película original. El desenlace también es un tanto raro ya que se mezcla el tema de la maldición de Sadako con historias de poderes que se extienden a otros personajes y un intento de continuar la maldición a través de otros medios que no quedan lo que se dice muy claros y que requerirán de paciencia por parte de algunos espectadores.

Lo bueno, sin embargo, es que la película sí explota su potencial de historia de terror de una manera más marcada incluso que la original, y aunque en ocasiones pareciera que se rinde a un efectismo mucho más de andar por casa lo cierto es que regala algunas imágenes impactantes. Estas tendrían una marcada influencia en el resto de la saga no solo en sus variantes japonesas sino incluso en el remake de Gore Verbinski del 2002, que toma directamente escenas y planos de esta película incorporándolas a la historia original. Por cierto: una cosa que me sorprendió fue confirmar la enorme influencia que terminó teniendo la versión americana en la manera como recordamos esta historia, ya que tanto la primera parte como esta me han hecho darme cuenta de que la Sadako de la versión japonesa siempre fue una mujer adulta pese a que en el imaginario colectivo persiste la representación de la villana de esta saga como una niña. Este fue un detalle curioso que había desterrado por completo de mi recuerdo y que solo he recuperado ahora.

Reseña: Spiral (1998)

Coincidiendo con el estreno de Ringu (1998) en Japón, sus productores decidieron aprovechar la popularidad de la novela de Koji Suzuki para estrenar de una vez su secuela, en una jugada de marketing poco habitual con la que esperaban explotar la fiebre por el fenómeno causado por esta historia paranormal. Rasen, o como se le conoce en Occidente, Spiral (1998), fue de hecho rodada de forma paralela a la primera parte por los mismos productores y al menos parte del mismo elenco, aunque esta vez en manos de otro director y guionista, Jôji Iida, el mismo responsable de la versión televisiva de Ring (1995) de la que hablábamos hace poco. Su guión estaba a su vez basado en la novela Spiral del propio Koji Suzuki, quien a diferencia de lo ocurrido con la primera entrega sí trabajó directamente en la producción.

El hecho de que el autor de la novela original estuviera involucrado tuvo como consecuencia que mientras la cinta de Nakata tuvo la libertad de interpretar a su manera la historia de Sadako y su maldición, esta segunda entrega es mucho más apegada a la fuente literaria, con lo que reduce considerablemente los elementos de terror para abrazar una historia de tono paranormal y pseudo-científico en la que un patólogo investiga la muerte de uno de los protagonistas de la primera parte y se encuentra de nuevo con la cinta de vídeo maldita que continúa cobrándose vidas a pesar de que se suponía que el misterio estaba resuelto.

A partir de aquí comienza una trama increíblemente confusa y enredada que no solo desanda el camino trazado por la película anterior sino que incluso se vuelve más críptica a medida que avanza el metraje, con lo que aquellos que hayan disfrutado de la historia original probablemente queden decepcionados al ver los giros tan raros que toma esta continuación y lo muy distinta que resulta de todas las demás entregas de la saga. Esto también me hizo darme cuenta de algo que ya sospechaba desde hace tiempo pero que terminé de confirmar y es que la película de Nakata resulta en muchos sentidos muy superior a la novela que adapta, y casi todo lo que me gusta de la historia de Ring y sus secuelas son cosas que provienen del cine, en concreto de la primera película.

En todo caso lo que en verdad perjudica a Spiral es precisamente la manera tan distinta en que enfoca el material a pesar de contar con el mismo equipo de producción, ya que incluso se ve mucho más barata y menos cinematográfica que la primera parte. Como curiosidad me parece que sigue siendo un trabajo interesante, pero francamente no me extraña que haya sido un fracaso en el momento de su estreno, a diferencia de la cinta de Nakata que fue todo un fenómeno. Tanto es así, que sus productores tomaron la polémica decisión de realizar una nueva segunda parte sacando a esta de su continuidad, con lo que pasó a ser la «secuela olvidada» de una de las sagas más prolíficas y famosas del terror japonés contemporáneo.

Reseña: La matanza de Texas (2022)

Fede Álvarez y compañía se echan al hombro como productores a La matanza de Texas (2022), nuevo soft reboot de la saga y un nuevo intento de rentabilizar la película de Tobe Hooper mediante su conversión al género slasher, algo que la original nunca fue. A diferencia de la mayoría de los intentos anteriores, sin embargo, esta ha ganado una gran notoriedad en parte gracias a que Netflix se hizo cargo de su distribución, dándole así un estreno mucho más concurrido de lo que probablemente habría tenido en caso de pasar por cines. ¿El resultado? Depende de cómo se mire: si bien esta nueva Texas Chainsaw Massacre 2 (aunque tenga el mismo título, eso es lo que es) sigue sin entender lo que hacía la original algo especial, es también una de las secuelas más entretenidas que se han hecho, por mucho que el listón haya estado siempre bajo.

Por mi parte confieso que al principio me llamó mucho la atención ya que comienza con una premisa muy atractiva que utiliza como trasfondo la brecha entre la América urbanita y la rural (probablemente la mayor y más profunda división que existe hoy en día en los Estados Unidos), abordando temas como la gentrificación, el miedo al otro y sobre todo la superficialidad de un idealismo banal e ingenuo. Por desgracia, todos esos temas interesantes son completamente dejados de lado e ignorados una vez que Leatherface entra en escena, transformando la película en un festival de gore y violencia mayor que el de cualquier entrega y trayendo además al personaje de Sally, la superviviente de la película original que regresa casi cincuenta años después a acabar con el causante de su trauma de una vez por todas.

Precisamente ha sido la inclusión de este personaje uno de los aspectos más comentados de la película. Los motivos por los que está en ella son dos muy evidentes: por un lado, darle a la película cierto grado de legitimidad como secuela tardía, y por el otro terminar de copiar descaradamente el Halloween (2018) de David Gordon Green. Al final ninguno de estos dos motivos tiene sentido alguno no solo porque la inclusión de Sally resulta forzadísima e intrascendente sino también porque el personaje está interpretado por otra actriz, con lo que imagino que los responsables contaban con que el público se olvidara de que la actriz original, Marilyn Burns, murió hace ya varios años.

No todo es malo; a pesar de que no tiene nada que ver con la de Hooper ni parece saber qué era lo que hacía de esta algo especial, no se puede negar que los efectos prácticos y gore son realmente excelentes y la película tiene la ventaja de que es corta (dura menos de hora y media, incluyendo nueve minutazos de créditos finales). Además, no tuve que pagar para verla en un cine. Estas tres cosas por sí solas creo que explican que mucha gente la haya disfrutado, pero honestamente no siento que pueda concederle más que eso ya que precisamente una de las mejores cosas que tenía la original era la forma en que se negaba a banalizar su violencia, lo que a su vez hace que el espectador la recuerde como una película mucho más brutal de lo que realmente era. Esta, además, tampoco se puede decir que destaque mucho como slasher ya que incluso dentro de su propia liga hemos tenido ejemplos muy superiores que parten de una premisa y referentes similares pero mejor hechos. No ha estado mal, pero hasta ahí.