Reseña: Studio 666 (2022)

Los Foo Fighters y el director de Hatchet 3 (2013) unen fuerzas en secreto durante la pandemia para crear Studio 666 (2022), una simpática comedia de terror basada (según los créditos) en una historia del propio Dave Grohl, quien por lo visto es un gran fanático del género porque hay varias referencias muy evidentes a diversas obras de culto, desde planos que recuerdan a The Burning (1981) o La última casa a la izquierda (1972) hasta un argumento muy similar al de The Evil Dead (1981). Solo por eso creo que ya es mejor que cualquier otra película jamás hecha para lucimiento de una banda musical.

Las semejanzas con la película de Sam Raimi quedan claras desde el principio cuando el grupo decide ir a grabar su décimo álbum en una antigua casa en la que treinta años antes ocurriera una masacre con un grupo de rock, masacre relacionada con una posesión demoníaca, una canción que ha de ser finalizada para abrir un portal infernal y un libro que se alimenta literalmente de sangre, elementos todos añadidos de forma un tanto caótica y que nunca son aclarados del todo.

A pesar de eso debo decir que el conjunto me sorprendió porque el argumento es atractivo y podría haber funcionado como una película de terror en todo el sentido de la palabra si no fuera porque la película no es consistente en cuanto hasta qué punto todo esto debe ser tomado en serio. Lo digo porque si bien es cierto que las limitaciones actorales de los protagonistas y el tono de la película la empujan hacia la comedia, tiene de vez en cuando momentos en que se torna siniestra de verdad y aparte muestra unos sobresalientes efectos gore que no me esperaba, incluyendo una gloriosa muerte en concreto que me pilló completamente desprevenido. En cuanto al humor, no es que me molestara del todo pero sí es verdad que lo sentí en gran parte improvisado porque hasta cierto punto lo es; es bien sabido por ejemplo que el batería Taylor Hawkins (quien lamentablemente moriría poco después del estreno) se negó a aprenderse los diálogos e iba construyendo sus escenas sobre la marcha. Asimismo, el tono de comedia juvenil de gran parte del metraje hizo que echara en falta alguna mención o chiste en torno al hecho de que sus protagonistas son unos rockeros de mediana edad, algo que paradójicamente nunca se aborda.

Por desgracia esto y los simpáticos cameos (¡John Carpenter!) no me bastaron porque la película se hace eterna, tarda muchísimo en ponerse interesante y va saltanto de lo absurdo a lo terrorífico de una forma que me impidió conectar del todo con ella, a lo que se agrega el hecho de que la mayor parte de sus escenas transcurren durante el día, lo cual me pareció una limitación considerable. Definitivamente no es para mí, y aunque le encuentro virtudes que no esperaba creo que se queda corta en cuanto a sus posibilidades.

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