Segunda entrega de nuestra trilogía de Navidad de este año, Body (2015) es una película que tiene mucho a su favor: una muy buena estética, una muy cuidada ambientación navideña que no se siente para nada forzada y, sobre todo, un elenco casi exclusivamente femenino que se siente muy natural y con una química creíble entre sus actrices. Cuenta además con un argumento muy básico que no tarda en ponerse en marcha: un grupo de amigas que deciden coronar su velada navideña de diversión colándose en una mansión vacía y que, debido a un error que se salda en una tragedia, deben ocultar un cadáver, dando inicio así a una escalada de desgracias que se extiende durante la noche y las arroja a una situación que se va complicando a cada momento que pasa.
Esta premisa a la que me he referido arriba es algo que está sin duda alguna muy visto, y cualquiera podrá preveer enseguida varios de los giros narrativos así como las rivalidades que inevitablemente terminan por surgir entre las chicas debido a la forma distinta en que cada una decide lidiar con la situación. Algunas reseñas que he leído la han puesto a parir acusándola de ser una cinta misógino que perpetúa estereotipos de mujeres pérfidas que planean la destrucción de un hombre y no tardan en traicionarse las unas a las otras, pero yo no termino de ver esto del todo: por el contrario, siempre me gusta encontrarme con una cinta de este género en el que los personajes femeninos no sean mostrados siempre como víctimas o incapaces, algo que definitivamente no ocurre aquí sino todo lo contrario. De hecho, el verdadero horror de la cinta está en hasta qué punto son capaces de llegar sus protagonistas (sobre todo la rubia líder del grupo) con tal de salvarse a sí mismas, y de lo exponencialmente difícil que se hace llegar a una feliz resolución.
Pero a pesar de estos aciertos, Body es también una película que se siente incompleta, una en la que quedan muchos cabos sueltos y que al final resulta demasiado sencilla, tanto que en verdad me sorprendí cuando se acabó. Recuerdo que cuando la vi hace apenas un par de años me impactó el darme cuenta de que esta es una película que apenas dura 75 minutos, de los cuales calculo que unos diez serán los títulos de crédito iniciales y finales. Esta inusualmente corta duración me hace pensar que estamos o bien ante un largometraje severamente editado en post-producción o en un corto al que se le añadieron escenas y giros narrativos sin consecuencia ni criterio alguno ya que la situación por la que pasan las chicas se torna tan descabellada en ocasiones que resulta poco creíble.
Body pintaba bien al principio pero se va descalabrando un poco, y aunque he terminado por apreciarla un poco más de lo que hice en su momento, tengo que reconocer que sigue siendo bastante olvidable. Me gusta, sin embargo, la idea de una película de terror de Navidad que huye de los ya muy manidos juegos con los símbolos tradicionales de las fiestas, y sólo por eso creo que se merece una tímida consideración.