Tras una década sin saber nada ella, la saga de Evil Dead regresa con Evil Dead Rise (2023), una muy sólida aportación del cineasta irlandés Lee Cronin, quien escribe y dirige una entrega de que se siente al mismo tiempo en terreno familiar y también algo distinta al resto de la saga. También ha conseguido con ella algo en las antípodas de su anterior trabajo, The Hole in the Ground (2019). Manteniendo la carga de violencia de la película de Fede Álvarez, esta nueva entrega no deja de lado el sentido del humor y a pesar de que cambia su ambientación habitual sabe mantener varios de los puntos clave de la saga casi intactos.
Lo del cambio de ambientación es probablemente lo que más llama la atención de entrada; tras un prólogo ubicado en el bosque la película tiene lugar en un ruinoso edificio de apartamentos donde unos chicos encuentran por accidente una copia del Necronomicón, con los resultados ya conocidos. Las diferencias no se limitan al escenario, ya que otro de los detalles interesantes de esta película está en que en esta ocasión la mayor parte de la acción gira en torno a un deadite «principal» encarnado en la madre de los chicos, una magnífica Alyssa Sutherland que clava su personaje desde el principio y cuyo trabajo le da una carga emocional muy grande al despliegue de violencia y crueldad que se desata no solo sobre sus hijos sino sobre su hermana, interpretada por la actriz Lilly Sullivan haciendo de final girl incombustible.
Con estas herramientas en la mano, Cronin monta una película mucho más intensa y atractiva de lo que normalmente hubiese creído, un tanto predecible en su desarrollo pero generosa en cuanto a los componentes de violencia y desvergüenza que ha mostrado la saga en sus encarnaciones recientes, sobre todo cerca del tramo final cuando tienen lugar los episodios más extremos de terror corporal, mutilaciones y personajes en peligro. La cinta también se luce con algunas decisiones estéticas ingeniosas que le dan algo de personalidad propia, como por ejemplo una gran secuencia vista desde la perspectiva de la mirilla de una puerta, uno de mis momentos favoritos de todo el metraje.
De hecho, si algo puedo criticarle a Evil Dead Rise precisamente son aquellos momentos de escasa originalidad en los que intenta de forma superficial rendir homenaje a las primeras películas de la saga mediante guiños concretos. Algunos de ellos funcionan cuando son sutiles (cameo de voz de Bruce Campbell) y otros, como algunos intentos de comedia pura, terminan desentonando en una película cuyo tono es mucho más macabro y ciertamente muy alejado de la juguetona ligereza de Evil Dead 2 (1987) o El ejército de las tinieblas (1992). Aquí por el contrario la violencia es cruel y se ceba en la mayoría de los personajes, incluso aquellos que normalmente no habríamos esperado; es la primera entrega de Evil Dead en la que salen niños, lo que no significa que hayan rebajado el tono para nada.
Esta aproximación al material original desde una perspectiva más «seria» es algo que no nos pilla por sorpresa porque la entrega anterior dirigida por Fede Álvarez ya era hasta cierto punto así. Sin embargo, esta todavía alcanza algunos picos interesantes en cuanto a terror corporal, imágenes surrealistas y gore intrafamiliar, aderezado además no con el típico grupo de jóvenes descerebrados en una cabaña sino con un elenco muy bueno en el que todos los personajes destacan en algún momento. Es cierto, sin embargo, que la saga parece haber renunciado aquí a su formato de comedia extravagante, dejando por lo visto ese ángulo a la serie de Ash vs Evil Dead, recientemente cancelada por desgracia.
He leído ya varias reseñas que resaltan el hecho de que esta película parece tomar inspiración no solo en la saga original sino también en recientes entradas del terror asiático, en concreto del cine indonesio con películas como Satan’s Slaves (2017) o May the Devil Take You (2018), a las que efectivamente recuerda mucho en ocasiones. Esto no deja de tener sentido ya que estas películas toman precisamente de Evil Dead gran parte de su marca de identidad. En todo caso, me gustó mucho. Los monstruos de Sam Raimi han tenido un buen regreso.
Es buenísima, y me alegro de que retomaran el camino oscuro y siniestro del remake de 2013 (aunque con algún toque de comedia como esa escena del ojo sacada tal cual de Evil Dead 2), en vez de irse por derroteros más cómicos.
Yo hubiese preferido una segunda parte con Mia Allen, pero a falta de ella, esta ha salido estupenda: cruel, salvaje y macarra.
Ha sido un éxito de taquilla, así que a ver qué nos ofrecen en el futuro.
Precisamente estaba pensando eso. Fue un exitazo, tendrían que estar locos para no hacer otra.