
Publicitada por su propio director como la «primera película de zombis del cine belga» (afirmación que por supuesto no puedo confirmar), lo que sí es seguro es que Yummy (2019) es otra entrada en el apartado de comedia de muertos vivientes, una que toma varios de los lugares comunes de este tipo de cine y los presenta con el empaquetado de una película con un humor de muy baja estopa y deliberadamente ofensivo. Esta sería su principal marca de identidad, y aunque funciona muy bien por momentos, habría que ver si es suficiente para mantenerla con vida de aquí a unos años.
Parte de este ambiente de comedia ofensiva es algo que se presenta ya desde el principio, cuando la chica protagonista acude junto a su novio y su madre a una clínica de cirugía estética de muy dudosa reputación ubicada en un país de Europa del Este que nunca es nombrado para hacerse una operación de reducción de pecho y dejar de ser así cosificada por cuanto hombre se le cruce. Por supuesto, una vez allí se produce la liberación accidental de un paciente afectado por una extraña condición experimental que hace que los muertos se levanten, y el resto ya os lo podéis imaginar: personajes en estado de sitio intentando escapar de la clínica mientras esta es tomada por los muertos vivientes.
El apartado de los zombis y sus estragos parece ser aquello en lo que los responsables de esta película han puesto sus mayores esfuerzos. Estamos hablando de una cinta muy violenta y sangrienta con unos efectos físicos francamente muy bien hechos aunque sean todos algo que hemos visto antes. El resto del cóctel está por supuesto en ese humor que como decíamos arriba busca ser deliberadamente provocador rozando a veces (y otras más que rozando) el mal gusto; al no ser nunca nombrado este país ficticio los personajes de la clínica hablan todos en un falso idioma ruso inventado (cosa que creo resulta más ofensiva que si simplemente hubiesen decidido que fueran rusos) exagerando su acento, y la gran cantidad de chistes hechos a costa de la cosificación de sus personajes femeninos y el apetito sexual de sus personajes masculinos (incluyendo una secuencia que alcanza su clímax con la imagen de un pene en llamas) es algo que seguramente no calzará muy bien con todo público. Es aquí donde se pondrá a prueba vuestra resistencia ya que es este sentido del humor y no los zombis o el gore donde está puesta la verdadera identidad de la película.
Con todo y eso debo decir que es mucho más divertida de lo que parece a simple vista, su elenco principal es muy bueno (sobre todo su protagonista, Maaike Neuville) y una vez desatado el caos zombi la película no para en su frenética muestra de violencia y humor de baja calaña. Es muy poco original incluso en su nivel de absurdo, ya que otras cintas del pasado como Evil Dead 2 (1987) o Braindead (1992) lo han hecho mucho mejor, pero me pareció rescatable aunque definitivamente no sea para todo el mundo.