Lo decimos siempre, pero está claro que no puede pasar mucho tiempo antes de que tengamos una nueva película de zombis en cartelera, una que además casi siempre viene acompañada de una premisa hasta cierto punto innovadora o que aporte algo distinto al ya abultado subgénero de muertos vivientes. Es lo que ocurre con Blood Quantum (2019), una pequeña producción canadiense en la que el alzamiento de los muertos se combina con una premisa de marcado contenido político que por desgracia no es completamente aprovechada y se queda a mitad de camino de lo que podría haber sido un interesante acercamiento a este tipo de cine.
La premisa a la que nos referimos es una que tiene lugar en medio de una comunidad indígena en una reservación del norte de los Estados Unidos, en la que varios fenómenos inexplicables revelan la existencia de un virus que hace que los muertos se levanten con ganas de devorar a los vivos. Lo curioso es que, por algún motivo que nunca es explicado, el virus parece no afectar a los nativos americanos, quienes rápidamente se organizan para defenderse de las hordas de no-muertos y sobrevivir a lo que a todas luces parece el fin del mundo.
Esta idea de la que parte es la principal marca de diferenciación de la película (el título en inglés hace referencia a las leyes estadounidenses que determinan la pertenencia al colectivo indígena por el porcentaje de antepasados nativos), pero por desgracia es algo que muy pronto se queda en nada. De hecho es sólo al principio cuando la película parece algo distinto ya que muy pronto termina abrazando todos los clichés del cine de zombis mainstream, incluso algunos recientes como un personaje que lucha con una katana. Es curioso porque la cinta lo tiene todo para hacer un comentario muy interesante acerca del apocalipsis zombi como catalizador de una retribución de los nativos ante la dominación del hombre blanco, y aunque por momentos pareciera que quiere ir en esa dirección, esta idea se olvida rápidamente ya que la mayoría de los personajes son nativos americanos y nunca se da una interacción que haga esto posible.
Las carencias temáticas de Blood Quantum se hacen aún más evidentes teniendo en cuenta que uno de sus actores principales, Michael Greyeyes, apareció hace pocos años en la serie Fear The Walking Dead protagonizando un arco argumental en el que sí se tocaban todos estos temas de una forma mucho más interesante y entretenida. Esta por el contrario es una película muy sencilla y hasta aburrida en la que hay poco que destacar más allá de unos valores de producción eficientes y algunas transiciones con tono de mitología indígena que por desgracia tampoco son aprovechadas. No es que me pareciera mala, pero sí poco destacable y fácil de perder de vista en el nutrido paisaje de lo zombi en los últimos años.