Reseña: Anna y el Apocalipsis (2017)

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Para la segunda entrada de nuestra tríada navideña recupero una que no pude ver en el momento de su estreno, Anna y el Apocalipsis (2017), una producción británica (concretamente escocesa) que en aquel entonces se publicitó como una mezcla entre Shaun of the Dead (2004) y La La Land (2016), una comedia musical de terror con zombis de por medio y con la Navidad como ambientación principal. Como ha dicho ya gente más lista que yo, semejantes comparaciones pueden haber subido demasiado las expectativas y terminado haciéndole daño, porque lo cierto es que es mucho más sencilla de lo que parece y sus pretensiones no dan para tanto pese a que la película de Edgar Wright sí que está entre sus más que evidentes influencias, con incluso algunas escenas muy parecidas.

En realidad, y esto sí que es algo que me esperaba, se trata de una película dedicada a un público juvenil acerca de una chica de espíritu rebelde que equilibra sus miserias típicas de instituto con el alzamiento de los muertos y la necesidad de convertirse en heroína para rescatar a su padre. Y claro está, hay canciones de por medio. Tengo que aclarar aquí algo que muy probablemente he mencionado antes y es mi resistencia instintiva hacia los musicales; de todos los géneros cinematográficos, el musical es probablemente el único que encuentro genuinamente anacrónico, y por lo general tiendo a sentir un rechazo hacia ellos. No todos (una de mis películas favoritas de todos los tiempos es precisamente un musical), pero digamos que la idea de que los personajes de repente se pongan a cantar me ha parecido desde siempre tan ridícula que siento que de alguna forma tienen que justificármelo. Esto es un prejuicio mío, evidentemente, y no tiene nada que ver con la calidad de la película en sí.

Una de las formas en que dicha justificación suele darse es, por ejemplo, haciendo de la trama y los personajes algo relacionado con el mundo del teatro o de la música, una idea que ha sido usada en musicales de terror en el pasado y que pensé sería el caso aquí ya que parte del argumento involucra el montaje de un espectáculo escolar de Navidad, pero dicho elemento no pasa de ser una muy breve mención. Otra forma en que se podría hacer es dando mayor relevancia y tiempo de metraje a las canciones que a los diálogos hablados o al menos haciendo que la película empiece con una canción, pero nada de esto ocurre. De hecho, pese a que las canciones en su mayoría me han gustado y están muy bien producidas, algunas de ellas no parecen tener nada que ver con lo que está ocurriendo en pantalla, por lo que se sienten un tanto desconectadas del resto de la película. Además, las coreografías, el ritmo y el estilo de narración en general se me hicieron en ocasiones poco vistosos y con unas diferencias de tono que me echaron un poco para atrás, ya que ese ambiente de High School Musical convive en ocasiones con momentos sumamente oscuros como un plano en el que se ve a un zombi comiéndose a un bebé de un carrito.

Todo esto deja una sensación de que Anna y el Apocalipsis podría haber sido mucho más, quizás en otras manos o con un enfoque distinto que explotara sus posibilidades musicales o su ambiente festivo, el cual dicho sea de paso tampoco parece estar muy relacionado con la Navidad. Es una idea muy buena que podría haber dado más juego, pero al final termina siendo un entretenimiento inofensivo que tampoco consigue destacar tanto ni como musical ni como comedia zombi. Con todo y eso la he disfrutado, el elenco es muy simpático y no me cuesta nada reconocer que tengo una playlist con la banda sonora. Así que queda recomendada, pero ciertamente es mejor bajar un poco las expectativas antes de acercarse a ella.



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2 comentarios en «Reseña: Anna y el Apocalipsis (2017)»

  1. Pues sí, tenía muy buena pinta el concepto y algunas canciones están muy bien, pero al final se olvida fácilmente y es menos transgresor de lo que aparenta. Eso sí, el final es muy valiente y descorazonador, más de lo que uno podría pensar tras sus números musicales a lo Disney.

    1. Creo que le faltó valentía. Se queda a medias y no llega a ser realmente una comedia zombi ni un musical y por supuesto no tiene casi nada que ver con la Navidad. Y lo que dices es cierto; si te pones a ver, la película toda (y especialmente la protagonista) tiene un deje tristón que se hubiese podido explotar más.

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